Ya he hecho las maletas para irme a Oceanía… Bueno, no las he hecho, 
entendedme, es pura retórica, lo primero de todo porque no uso de esos 
trastos endiablados y prefiero la mochila para desplazarme de incógnito;
 lo segundo, porque después de lo desastroso que ha resultado febrero, 
toca defender el pabellón pirata sable en mano y desde el puente, como 
diría aquél, al menos hasta este próximo sábado; y lo tercero y tal vez 
más importante, porque las tierras yermas que de verdad me tiran, son 
blancas y están al norte y no al sur de estos lares, como Melbourne… 
¡Por ésas sí que haría maletas!
En fin, lo que quería decir es que ya estamos aquí, de nuevo, como 
todos los años por estas fechas, frente a frente de una sesión que no ha
 podido comenzar más tediosa —juro que no recuerdo una pretemporada tan 
anodina—, pero que aún así y todo, promete hacernos tilín y talán en 
cuanto los bólidos comiencen a rodar sobre el asfalto de Albert Park, y 
es que dentro de siete días, quien más y quien menos, yo mismo también, 
se habrá olvidado de ese desierto abrasador que hemos transitado sin 
agua desde que 2012 terminara para nosotros en Interlagos.
En principio no hay muchas novedades, y 
aunque habrá que esperar para certificar tamañas expectativas a que 
Charlie y sus secuaces no nos saquen un conejo de su chistera cuando ya 
no exista posibilidad de enmienda, y a que Hembery, el de Pirelli, 
cumpla escrupulosamente con eso de que no quiere interferir en el desarrollo del campeonato,
 frase que tantas y tantas veces llena su boca, lo cierto es que 2013 
tiene un algo magnético y especial porque es un año puente, o mejor 
dicho, acueducto, que surge directamente de la entrañas de 2012 para 
desembocar en un 2014 que a día de hoy está envuelto en numerosas 
incógnitas.
Esta peculiaridad, la del necesario trasvase de un pasado que todavía
 sirve a un futuro tremendamente incierto, nos propone una temporada de 
órdago en la que se hará necesario a las escuderías, definir el 
territorio en que se mueven antes del verano, porque después, su 
esfuerzo tiene que concentrarse por bemoles en el desarrollo de las 
armas que servirán a sus propósitos la sesión que viene, con lo que ello
 conlleva de caer en posibles y contraproducentes bipolaridades.
Hasta donde he podido indagar, se puede dar por cierto que la mayoría
 de equipos trabaja en la actualidad en dos proyectos simultáneos con la
 intención por un lado, de defender el territorio que está ahora mismo 
sujeto a debate (2013), y por otro, la de asegurar que a nadie le pilla 
el toro en eso de estrenar nuevo reglamento técnico en 2014, lo que muy 
bien podría servirnos para explicar el tedio sufrido hasta el momento, 
aclarándonos de paso la razón por la cual los monoplazas de este año son
 en apariencia muy poco creativos, resultando a la postre un miserable déjà vu de lo visto el pasado.
Sea como fuere, si hay algo evidente en todo esto, o al menos a mí me
 lo parece, es que esta temporada que estrenaremos en breve tiene que 
definirse por KO antes del verano o se puede convertir en un puñetero 
infierno pasado el G.P. de Hungría, porque queramos o no, a partir de 
ese preciso instante, además de en el campeonato actual, se estará 
jugando a la ruleta rusa con el del año que viene y no veo a las 
escuderías dispuestas a pasar ese trago.
En este sentido y como dije el otro día, veo mejor enfocadas a 
McLaren, Ferrari y Lotus que a Red Bull, lo que no quita para que os 
solicite algo de indulgencia ante lo que es una simple intuición que 
puede venirse abajo en dos domingos, mientras preparo viaje a Melbourne 
sin intención de moverme de casa.
 

 
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