Llevo un lunes cansino a cuestas y echo en falta la compañía de mi ángel de la guarda azul. A estas horas me siento un pequeño delincuente en pijama, un crío de nueve años que se mete en la cama de su madre para decirle al oído que la entiende y la adora, que la necesita, y que en la medida de sus posibilidades jura protegerla a cambio de que ella le proteja. ¡Hermoso chantaje envuelto en papel de regalo!
En días como hoy en que todo sale medio torcido, en que la deriva te lleva donde no quieres, lo sencillo sería tirar la toalla pasadas las once y cuarto de la noche, pero la sangre navarra que recorre mis venas me dice que no hay por qué hacerlo mientras me quede aliento para sacar la cabeza; total, todo consiste en pensar en mañana o en pasado mañana, como aquel piloto que yendo demasiado largo y rápido por adelantar a un rival en la recta de Les Hunaudieres, sorteó Mulssane como jinete de un búfalo encabronado.
Leí la anécdota hace demasiado tiempo como para recordar siquiera cuándo ocurrió, menos quién era el protagonista. El caso es que el periodista le preguntaba al tipo, al finalizar la prueba, si no había recordado que venía Mulssane al decidir apurar tanto su maniobra, y él contestaba como si tal cosa que no, que si hubiera pensado en la curva a derechas que da cierre a la recta interminable de Le Mans, ni se habría atrevido a acometerla. ¿Entonces, en qué pensabas cuando te encontraste en Mulssane?… En Arnage, contestó.
Valga decir que Arnage queda razonablemente lejos de Mulssane y es casi consecutiva a ésta, y que es, también, otra curva endiablada y mítica del trazado francés, que surge muy cerrada a pocos metros de la técnica e inmaculada Indianápolis, porque así podremos comprender perfectamente que el razonamiento del anónimo personaje a quien he convertido en héroe coyuntural de esta entrada, tiene un profundo aquél, ya que exterioriza de manera sencilla el modo de pensar de un piloto de carreras, ajeno a la inmediatez de las circunstancias, pero firme en los objetivos a corto y medio plazo, porque del resto se ocupan su instinto y su confianza.
Por esta y otras cosas me gusta el mundo del deporte del motor, no parece hora de negar lo evidente, porque incluso en las pequeñas hazañas de sus intervinientes se pueden encontrar gigantescas lecciones con que arropar los avatares y menudencias del día a día. ¿Mañana? ¿A quién coño le importa lo que sucederá mañana si se aspira a un pasado mañana o incluso a una jornada después?
Llevo un lunes cansino a cuestas, lo he comentado antes, y echo en falta a mi ángel de la guarda azul. Tenía una deuda pendiente y quería pagarla a la hora establecida porque en el cultivo de los pequeños ritos diarios crece la esperanza que me afirma ante los grandes; porque en la derrota de los pequeños cansancios encuentra su abismo mi desfallecimiento, y no quiero, no quiero pensar en Mulssane y sí en Arnage, la siguiente curva que sucede a ésta que tengo ante mí, como acostumbran a hacer los tipos que me gustan, así terminen en puestos poco honrosos o sus gestas lleguen a ser recordadas prendidas de miserables alfileres.
5 comentarios:
¡¡Uff, qué silencio!!! XDDDDD
Es que nos dejas sin palabras....
Un besote
Buenos días.
Concha ;) Tampoco es eso ¿no? XDDDDDD
Jose
¡Pues si!
Sentía la necesidad de escribir algo, estuve un buen raro dándole vueltas, con la trackpedia y los recuerdos… y nada. Eso, que me dejaste sin palabras.
Saluti a tutti!
Buenos días.
J-Car ;) A partir de ahora procuraré dejar alguna puerta abierta XDDDDD
Un abrazo
Jose
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