The Joker

No estoy contento a pesar de que los hechos parecen darme la razón, no soy tan idiota. Si maldije la boba maniobra de Ferrari, las pérdidas de tiempo de la FOTA, o he tratado de poner en evidencia la maquiavélica dinámica que animaba desde la sombra la cosa que lleva entre manos Max Mosley, no ha sido por marcarme una medalla que no sirve ni para pipas… No, no iba de eso.

Por suerte o por desgracia (me arrimo a lo primero tirando de estómago), he tenido que vérmelas con un perverso, un tipo cuyo comportamiento describe la psicología como una patología que consiste en una jodida desviación de lo que consideramos normalidad, y que ante el cual, si no tomas las debidas precauciones, puedes ver destrozada tu vida (tuve suerte). Con esto no trato de llevar al cadalso o a la hoguera a Max porque le guste que lo azoten —cada uno es libre de matar el rato como mejor le apetezca, y lo respeto—, pero sí de sustantivar que el tío se las trae con abalorios en cuanto a desviaciones de la norma, atreviéndome a afirmar que haberlos, haílos y que él es uno de ellos, y que ahí radica la dificultad del personaje, porque por un lado su actitud es de libro, y por otra, los gilipuertas que tratan de oponérsele parece que hayan nacido ayer.

Max está crecido, y cuanto más tiempo pasa, más crecido se muestra porque se retroalimenta de la debilidades de sus contrarios. Resulta sencillo decirlo, pero básicamente ése es el esquema que sigue un perverso, ya que su fortaleza no radica en sus propias posibiliades o atribuciones, sino en la debilidad del oponente, circunstancia por la que persigue fomentar los puntos débiles de sus contrarios para poder mostrarse en plenitud de facultades y afianzar así su dominio.

Huelga decirlo, pero se lo han puesto a huevo, y el tipo sigue erre que erre porque no ha habido una oposición firme que lo contrarrestara, de aquí que el peligro vaya creciendo y cada vez resulten más increíbles sus jaques al contrario. Max es un animal duro, un especimen que goza de la debilidad ajena y la busca con ahínco. Así las cosas no es extraño que no retroceda y persevere en sus posiciones aprovechando la buena voluntad de quien lo intuye, erróneamente, como un simple adversario que buscará el equilibrio en cuanto se le tienda la mano.

Luca ha errado en su estrategia y lo ha alimentado, y la FOTA con él. Hoy ha caído Force India, y anteayer Williams, y la asociación de contructores ha ido perdiendo fuelle y posibilidades conforme se iban dilapidando, una a una, las oportunidades de tumbarlo por las bravas, de frente, de una vez por todas, porque a un perverso o lo eliminas o te atienes a las consecuencias.

No, no estoy contento a pesar de haber acertado, porque el futuro inmediato pinta bastante turbio, demasiado.