domingo, 29 de octubre de 2023

Je l'aime à mourir


Si haberme mantenido despierto es un hecho reseñable, sí, resalto en estas primeras líneas que a pesar de Liberty Media, Pirelli y la FIA, he conseguido ver el final del Gran Premio de Ciudad de México con los ojos abiertos...

A ver, la milanesa y su producto indicado para estrategias a una parada, matan al 80% de la parrilla por aquello de anular la creatividad resolutiva y el margen de maniobra de los equipos menos potentes [La estrategia a una parada son los padres]. A casi 2.300 metros sobre el nivel del mar, el asunto cobra más importancia porque la densidad del aire es menor y se resienten la aerodinámica y la rentabilidad de los propulsores.

Estaba cantado que Max Verstappen iba a volver a ganar con el antebrazo y la herramienta por fuera del habitáculo, incluso bandera roja mediante, máxime cuando Checo ha caído en combate en la curva 1 gracias a que Leclerc todavía no ha entendido que, cuando la guerra ni te va ni te viene, mejor es dejarlo que tratar de sumar unos puntos que tampoco arreglan el sancocho en que se ha convertido La Scuderia de Vasseur.

Ferrari y Mercedes AMG andan jugando a que no pueden con Red Bull por ver si los despachos lo arreglan, y en el Hermanos Rodríguez se les ha notado un poquito más que de costumbre, lo que nos pone en que cuando aparece el político desaparece el mago, que decía Woody Allen.

Carrerita previsible. Max que continúa demostrando que un Dios sin oponente puede acabar pareciéndose al Júpiter romano en el Olimpo griego, el bueno de Zeus, el cabrón y promiscuo Zeus, ese Zeus con el que nadie con dos dedos de frente haría negocios...

Pero he acabado viendo el metraje completo, que, como decía al comienzo, es lo reseñable esta noche, ya que todo aficionado de bien, y que guste de que lo alaben en público, admira más el sufrimiento que el dolor que lo causa...

En fin, es la segunda vez que uso este título en Nürbu [Je l'aime à mourir]. Entonces fue por sustantivar contradicciones, hoy por enfatizar que como alguno comience a pensar seriamente en qué coño hace siguiendo esta disciplina, a lo peor manda a tomar por el flete el menú único que nos sirven FIA y Liberty carrera tras carrera. No merece la pena ni el esfuerzo, pero la amo tanto que aquí sigo, intentado asimilar que, incluso el Gran Premio de México, ahora de Ciudad de México, ha sido tocado por la varita de los que han convertido la cita en Spa-Francorchamps en un puñetero truño.

Delito o no, pecado o no, os leo.

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