martes, 30 de mayo de 2023

Cuando fuimos guapos [#BlueTrain/111]


Obviamente no hay ninguna obligación de ser guapo ni en las 24 Horas de Le Mans ni en la vida real, pero también es cierto que antaño resultaba mucho más sencillo que ahora quedar hermoso de la muerte a poco que se ampliaran los pasos de rueda para albergar neumáticos de diferente diámetro y superficie en el eje posterior y el anterior...

La eficiencia aerodinámica tiene sus gabelas y, en la actualidad, apenas queda espacio para la genuina creatividad bricolagera, ni para derivas y aletines o impertinencias de dudosa utilidad, ni mucho menos para cualquier otra genialidad imperceptible desde fuera del vehículo.

Sin llegar a los excesos de síntesis a los que nos tiene acostumbrada la Fórmula 1 y, en general, los campeonatos de monoplazas, hace mucho, mucho tiempo, era posible distinguir un coche por su volumen y líneas exteriores, y más en Le Mans. Hoy, entre que la maquinaria sale de fábrica buscando parámetros de rendimiento muy similares y los kits de competición buscan lo mismo, la uniformidad se ha hecho norma y nos deja como legado un mundo perdido para siempre en el que la belleza destacaba por impronta, seña de identidad y por bemoles.

Había que ser guapo además de rápido. No resultaba imprescindible pero ayudaba, y no, la decoración no es diseño, que el día menos pensado se os presenta a los pies de la cama el espíritu de Bruno Munari —Sandro era el piloto, ¡carallo!— y os imparte una lección magistral para que no volváis a meter la pata.

Os leo.

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