Si alguien continúa albergando dudas al respecto de lo que significa el término «clase» en Fórmula 1, bastará que vea de nuevo la clasificación para el Gran Premio de Mónaco de 2023, tantas veces como haga falta, posando sus entendederas en la calidad de los dos animales que han disputado la Q3 hasta sus últimas consecuencias.
Herramientas desiguales sobre un trazado tremendamente democratizador con los monoplazas, en cuyo interior viajaban dos pilotos distintos que han hecho valer sus respectivas posibilidades en la ratonera del Principado, hasta tasar su diferencia en tan sólo 84 centésimas. No, la cosa no ha llegado ni a una miserable décima, y aunque al final se ha impuesto la opción más lógica con Max calzándose la pole position por tan escasísima ventaja, no es menos reseñable la actitud y voluntad de Fernando al volante. Del segundo se dice que es el primero de los perdedores, pero esta tarde sólo han ganado el deporte y el espectáculo, lo que, bien mirado, no es poco.
Os leo.
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