Canadá va a resultar otro rejón clavado a lomos de Ferrari, y eso que van ya unos cuantos.
Charles saliendo muy lejos del mundo y Carlos con Fernando y Max delante, un poema que no pinta demasiado bien en sus primeras estrofas, pero a lo mejor suena la flauta y minimizamos daños, y seguimos soñando y ganando tiempo para continuar recordando lo que escribí el domingo pasado [¡Gritad Scuderia!]. Estar preparado para las hostias y el drama ferrarístico supone media guerra ganada; del resto se encargarán Binotto y el Altísimo. Y que éste último reparta suerte, porque nos va a hacer falta visto lo visto de lo que llevamos de temporada.
Os leo.
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