jueves, 23 de junio de 2022

¿Ahora sí?

No falla, los británicos abren la mano con el bicampeón asturiano [¡Qué pequeños somos!], y aquí, en nuestra linda y querida España, hay quien pierde el culo por vender lecciones a toro pasado que nadie ha pedido.  

Alonsistas no hay hoy como ellos, que están siempre a las maduras, pues las duras se las dejaron a la peonada, esa carne de cañón que se jugó el pellejo y el crédito en 2007, cuando las balas silbaban realmente cerca y defender a Fernando suponía cometer pecado mortal; esa suerte de muertos de hambre que labraron y cuidaron el terreno para cuando llegasen los señoritos. Como mis cuñadas, que están en todo, incluso donde no deberían, los exquisitos nos han dado permiso para celebrar que seguimos vivos, y habrá que hacerles caso, ¿no? Ahora sí, ¡ahora sí!, Nano fue forjado poco menos que en la fragua de Vulcano, y, ¡anda, mira!, nosotros sin saber apreciarlo.

Os leo.

1 comentario:

Antonio L. dijo...

A los brithis lo que les cabrea es que ninguno de sus pilotos, incluido el GOAT, ha sido ni será capaz de hacer lo que ha hecho un asturiano con vehículos de cuatro ruedas y unas manos al volante prodigiosas.

Cada vez que vemos un milagro al volante realizado por nuestro compatriota, los brithis rabian y rabian sin parar. No paro de leer en prensa el reconocimiento que los campeones de la f1 le otorgan a Fernando por poner al cacharrillo de Alpine por encima una y otra vez de lo que las computadoras predicen.

Es probable que nunca más vuelva a tener un coche ganador entre sus manos en F1, pero lo que nos hace disfrutar a los que le apreciamos y rabiar a quienes le detestan no tiene precio.

Por mi parte, después de unos cabreos tremendos por la mala suerte que está acompañando a mi asturiano preferido, solo me queda disfrutar de cada una de las carreras que le queden por disputar y animarle sin descanso esté donde esté. Pena por aquellos que para ensalzar a sus héroes tienen que despreciar a Fernando Alonso.

El alonsismo es un sentimiento que no se puede describir, una vez te atrapa, se lleva dentro y ya no quieres escapar.

Un saludo de un alonsista.