Vencer... y no convencer

Me encuentro feliz por el doblete de la rossa y porque ayer por la mañana dejé escrito el guión de lo que nos espera hasta el final de la temporada [A Marina Bay llegamos], no tanto por las cosas habidas en el Gran Premio de Singapur, porque en mi dilatada vida he visto puñaladas por la espalda infinitamente más limpias.

Entiendo el estado de exaltación que ha sufrido una parte de la afición que comprende infantilmente que Ferrari lo ha hecho cojonudamente dilapidando las pocas oportunidades que le quedan para salvar la cara en este 2019 al que todavía le quedan seis carreras. El equipo, la grandezza. ¡Pollas en vinagre! Ha vencido un tipo que no supo imponerse a Charles Leclerc en clasificación ni ha sido capaz de resolver su supuesta superioridad en pista, hasta que ha llegado el séptimo de caballería y ha puesto las cosas en su sitio: undercut traicionero y a otra cosa, mariposa. Un 1-2 por el bien de un equipo que no se parecerá jamás a su máximo rival, porque no ha entendido aún que Toto Wolff no muestra remilgos en dejar a ganar a Bottas cuando Brackley gana con ello, ya que confía a pie juntillas en la capacidad de Hamilton.

Vettel está replicando punto por punto lo vivido durante 2014 en Red Bull. Ricciardo, entonces, tenía posibilidades de coronarse Subcampeón del Mundo, pero el alemán prefirió imponer las cláusulas de su contrato y no remar por su equipo ni, mucho menos, por su compañero.

Mercedes AMG navega cómodamente al frente de la tabla de Constructores y, en la de Pilotos, el astro de La Scuderia permanece a 102 puntos de su némesis. Pero nos puede el orgullo y olvidamos pronto lo que dijo Sergio Marchionne en 2017: «Vettel a veces es como ese jugador de fútbol que falla en los momentos más importantes. Aunque creo que ha aprendido. A partir de ahora, cuando tenga un coche competitivo, la responsabilidad solo será suya» [Marchionne: “Vettel es a veces como un jugador de fútbol que falla en los momentos más importantes].

Sebastian tiene el coche competitivo al que aludía Marchionne en diciembre de 2017. En realidad lo ha tenido en 2017, 2018 y 2019, pero le pierde la puta soberbia de quien cree que puede caminar sobre las aguas. Mucho ¡grazzie ragazzi! y mucho señalar a un asturiano que, a su decir, no amaba suficiente a la de Il Cavallino, pero a la hora de la verdad, el manús prefiere correr para sí mismo con esa ventajita que le da tener el mango de la sartén. Mi Felipe era más honesto, ¡dónde va a parar!

Leclerc de mala hostia y sintiéndose traicionado, y Vettel sabiendo que se irá de Ferrari más pronto que tarde. Y Mattia Binotto consintiéndolo [Binotto no es mi tipo] porque Ferrari está siempre por encima de sus conductores, ¡nos ha jodido mayo con las flores! No puedes con tu enemigo en clasificación, no te acercas a él en carrera, pero logras la victoria gracias a que tu equipo caza a tu compañero simplemente porque confía en que se están haciendo las cosas para que beneficien al todo y no a la parte. Vettel vence, pero sigue sin convencer por mucho decorado y parafernalia que monte alrededor de su dedito...

Os leo.