domingo, 15 de septiembre de 2019

Carlos Sáinz, who?


Con el Gran Premio de Singapur en la recámara me pasé la tarde de ayer holgazaneando un poco y visitando las ruinas de todas aquellas promesas que se hicieron cuando Fernando Alonso anunció que quería hacerse un hombretón fuera de la Fórmula 1. Lo he dicho otras veces y tal vez venga bien recordarlo: nadie da consejos esta temporada, nadie señala la luz, nadie mira al final del túnel, todo es refugio en la volatilidad de las redes sociales.

Hoy nadie susurra a nadie: ¿qué es Sebastian Vettel o qué es Lewis Hamilton...? El presente no es un lugar tan cómodo y resulta más rentable hablar de él en pasado. Por eso mismo, una vez el asturiano ha dejado el campo libre, los sotanillas y quienes los han usado, han atemperado la voz y pasan sobre la realidad como pisando huevos, que diría Michael Schumacher.

Todo pretende ser neutro, políticamente correcto, melifluo o equidistante, ni siquiera la victoria de Pechito López y sus compañeros en las 4 Horas de Silverstone ha alcanzado el gradiente de las 6 Horas de Shanghai del año pasado. Los arrecifes y las escolleras del ahora están ahí y a ver quién es el guapo que se atreve con ellas. Mejor, sin duda, que nos escriban la historia otros y luego la repetimos como loros mientras hacemos bolsa con los seguidores en Twitter o Facebook o cualquier otra artimaña de la modernidad...

Desde luego hay más rencor que no sé a cuenta de qué, y sigue habiendo quien se perfuma con Lobato Esencial por no olvidar de dónde surgen todos los males, que guarda el mass-damper en la mesilla de noche mientras en el cabecero de su cama, en vez de un Cristo crucificado, preside una fotografía de Nelsinho Piquet abandonando su Renault en Singapur 2008. Más allá nada existe. Todo sea por parecer lo que no somos, todo sea por simular que entendemos, que Senna siempre fue un buen compañero, que a Alain Prost le salvó el culo en Mónaco 1984 Jean-Mari Balestre en vez de Jacky Ickx, que Lewis superó ampliamente a Fernando en 2007, etéctera, etcétera, etcétera...

El caso es que disponemos como país de un tipo extraordinario que por avatares del destino está pagando todos los platos rotos y los pecados achacables al de Oviedo. Es español, como él... Bueno, el madrileño no tiene ninguna culpa, ni siquiera de sentirse orgulloso de haber nacido aquí, ni, por supuesto, de que en las retransmisiones se note que es uno de los nuestros como se nota que sus respectivos compatriotas compiten en el Mundial en Sky Sports o Channel 4 o RTL, o Fox Sports o Channel 9 Televisa. Carlos, eso sí, proporcionalmente hablando está rodeado por más cainismo y tontería de la que cualquier afición se puede permitir, y ahí se nota, ¡vaya que se nota!

Os leo.

1 comentario:

Lastra dijo...

Es notable en los mares tuiteros la aversión que concita Lobato, sobre todo ahora que los haters tienen tiempo libre y ya no andan volcando sus babas sobre Fernando full time.

El caso de Carlos requerirá un tiempo hasta que encuentren por donde hincar el colmillo, mientras tanto el madrileño recibe las "atenciones" de la FOM por eso de ser un advenedizo español y tal y tal..

Salud Maestro