lunes, 4 de diciembre de 2017

¿Leyenda?


Podría ser que con el transcurso del tiempo la palabra leyenda haya adquirido un significado totalmente diferente al que me enseñaron o al que recoge nuestra Real Academia de la lengua Española...

Ya me sucedió cuando carreteaba en las páginas de Diariomotor. México, en mi tierna adolescencia y primera juventud era país centroamericano, y uno, al que le han visitado los años como el granizo azota los campos en invierno, a pocos, pero muy fuerte y violento, no tuvo mejor idea que referirse  a los mexicanos como centroamericanos, para que en un abrir y cerrar de ojos se le echara encima un montón de gente reclamando el rango de norteamericana que dicen que tiene ahorita mismo ¡guey! la nación azteca.

Esto es como Plutón, o me lo tomo como tal. Años y años tratando de no olvidar el nombre del nono planeta de nuestro sistema solar para que nos vinieran en 2006 con que el interfecto pasaba a ser un planeta enano, un planetoide, como afirman los científicos en la actualidad. Te quedas así y piensas en los pardillos que olvidaron citarlo en un examen y lo pencaron; en la cantidad de gente de bien que suspendió una reválida, de las de antes, por olvidarse de un planeta de mierda que con el paso del tiempo no ha sido capaz de mantener ni el tipo ni el estatus. Dan ganas de gritar: ¡Plutón y su puta madre...!

Con la palabra leyenda me sucede algo muy similar. Me produce un respeto de la leche y no entiendo cómo la usa la peña tan a la ligera. Busco en la RAE y sólo encuentro fantasía, tiempo o utilidad. Hamilton no encaja bajo el paraguas de este adjetivo ni con calzador ni a martillazos. El británico bien es fruto de la imaginación, con lo que resultaría leyenda por sus santos cojones en la actualidad, o precisaría para serlo de la perspectiva que otorga el tiempo sobre los acaecidos del presente. No hay más, os lo juro.

Ajustando mucho el tiro, nuestra egregia institución, tan incomprendida como vilipendiada, nos dice en plan científico que leyenda significa en su segunda acepción: Relato basado en un hecho o un personaje reales, deformado o magnificado por la fantasía o la admiración. Y en la tercera: Persona o cosa muy admiradas que se recuerdan a pesar del paso del tiempo...

El resto no sirve para el caso que nos ocupa. Si fuese así, Hamilton formaría parte del elenco de El Señor de los Anillos de Tolkien, o habría batallado contra los moros al lado del Cid Campeador, circunstancias que, imagino, no entran en los planes ni encajan en el ideario de nuestra bienamada prensa británica, manantial de luz y abrevadero de verdades.

Busco ayuda en el Collins y me encuentro con que baja mucho el tono del apelativo. Que resulta más ramploncete, vamos, tal vez porque los british ven la vida de otra manera o con herramientas más pobres:

2. If you refer to someone as a legend, you mean that they are very famous and admired by a lot of people.

3. A legend is a story that people talk about, concerning people, places, or events that exist or are famous at the present time...

Hablando en cristiano, que queda mucho mejor: los gilipuertas que andan enarbolando el término leyenda a la hora de referirse a nuestro nuevo tetracampeón del mundo, estan elevando a los altares algo notorio que debería producirnos infinito respeto. El Nano, por ejemplo, es leyenda en español porque es un individuo que se recuerda y enfatiza a pesar del paso del tiempo transcurrido, incluso por compañeros, especialistas y otras leyendas de la F1. El ovetense es el mejor de todos, incluso ahora, dicen. Lewis es legend a lo británico. Admirado y querido por el populacho. Puntual. Famoso en el presente, que luego Dios dirá...

Conocí a un tipo que consideraba que había parido una revista de culto. Su jefe lo miraba con infinita condescendencia. Un promotor había regalado a la empresa un puñado de camisetas serigrafiadas con la cabecera del engendro en el pecho y él se sintió tan halagado que se las quedó todas y las usaba a diario, pero al que le siguen solicitando Asuntos Internos es a mí... El tiempo es el mejor aliado y el mejor juez. Tal vez deberíamos dejarle a él que decida quién es leyenda y quién es sencillamente popular.

Os leo.

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