miércoles, 20 de diciembre de 2017

El test Raikkonen


Los que han tenido contacto conmigo o lo mantienen en la actualidad, saben que valgo más por lo que callo que por aquello que digo, y eso que me gusta hablar o escribir más que a un tonto una tiza. 

He pensado mucho en esto mismo ahora que he vuelto a los Juegos de Rol con la intención de dar sentido a la trilogía Job 41.1 para Ragnarok 3ª Edición, porque en este género de la literatura he hecho prácticamente de todo aunque para la globalidad del que fuera nuestro público en Ludotecnia, y el otro, prácticamente no he hecho nada. Me enternece, y creo que lo he comentado otras veces, que se valoren como guays o brutales, en terminología friki, obras en las que intervine sin que apareciera mi nombre, para que, a la postre, en las que sí aparecía los prejuicios hayan terminado ganando a la razón por goleada.

Llevo bien lo de ser l'enfant terrible allí y aquí, en la Fórmula 1. A veces duele, no lo voy a negar, pero acaba estando bien eso de que los conceptos que ayudaste a aclarar en 2009, estén siendo usados ahora mismo en clases impartidas por gente mucho más solvente que tú, faltaría más, aunque sea con ocho años de retraso.

También está bien —disculpadme la cacofonía—, que con el paso de los años me las tenga que ver en redes sociales, y de manera más abundante de lo que desearía, con gente que esgrime argumentos que parí de puño y letra cuando los demás estaban a otra cosa o directamente en Babia, y esquive el combate, en definitiva, por ahorrarme algunas aspirinas o el ibuprofeno de los cogieron.

Recomiendan que no vivas dando tantas explicaciones porque tus amigos no las necesitan, tus enemigos no las creen y los estúpidos no las entenderán jamás, pero el caso es que tenía que aclarar en los párrafos previos de esta entrada por qué siento tanta afinidad con Kimi Raikkonen, y por qué, en general, respeto tanto a los pilotos gregarios, se apelliden Webber, Barrichello o Bottas.

Os cuento: Iceman y yo valemos lo mismo para un roto que un descosido. Servimos como defensas, como medios, como aleros libres o como puntas, incluso como dianas cuando vienen mal dadas. Marcaremos menos goles que el chico bueno del partido, pero bregamos delante y detrás como putos demonios. Somos esenciales, en una palabra, aunque al final se nos note poco.

Cuando alguien me habla de Fórmula 1 suelo sacar a colación a Kimi. Si no le gusta, le perdono la vida; si empieza con la monserga de que está sobrevalorado y otras mandangas, le aprieto.

El de Espoo es el segundo piloto de Maranello y nadie lo ha ocultado, ni siquiera ante su renovación de cara a 2018. Cada fin de semana de carrera, el finlandés depende de lo que ha elegido Vettel para clasificación y carrera. Tiene que adaptarse y lo cierto es que suele hacerlo. Nuestro protagonista juega a la contra, siempre. Mantiene un contrato con la italiana que lo supedita a las oportunidades del primer espada de Ferrari. Si el figura va detrás debe darle paso. Si va delante, debe protegerlo... Sinceramente, no sé qué cojones le piden los expertos al finlandés si al fin y al cabo, lo que consiga La Scuderia les importa un cagarro.

Considero que hay que ser un poquito menos hipócrita en la vida, pero es una opción, faltaría más.

Como buen gregario, Kimi goza de las peores estrategias y se come más marrones por centímetro cuadrado que su compañero, de aquí que resulte sumamente fácil detectar a los idiotas de nuestro entorno. Ellos apostarán siempre por la sobrevaloración sin argumentos. ¿Mismo coche que Sebastian? ¿Mismas oportunidades...? ¡Anda e iros a la mierda...!

El test Raikkonen no falla. Kimi resulta básico para la de Il Cavallino y por eso ha sido renovado con vistas a 2018. Es un tipo elegante que hará su trabajo a la chita callando. Les basta a ellos (Maranello) y debería bastarnos a nosotros. Hay muy poca gente en el mundo que sepa hacer de gregario habiendo ganado un campeonato mundial, y mi querubín rubio es uno de ellos, y halagado me siento de seguir a su lado con lo que pesan los años, a pesar de la estulticia que llena de contenido eso tan extendido de que el finlandés sobra porque ejerce de segundo en la segunda escudería de la parrilla.

Total, Iceman ha terminado cuarto el Mundial de este año gracias a un avatar, por una fortuna, por una alineación de astros que siempre encuentra su razón de ser en que tal o cual otro piloto lo habría hecho mucho mejor que él... Sí, sí por mis cojones.

Os leo.

2 comentarios:

enrique dijo...

Le reconozco ede valor a Kimi; el de haberse sabido adaptar a ser segundo piloto siendo todo un campeón mundial.
Ese mecanismo en los pilotos me fascina, ese saberse segundo piloto y no rebelarse ante ello. Kimi tiene un libro biografico de los más interesantes de toda la F1.

Fabian Prieto dijo...

Muchas cosas se le podrán criticar a Kimi, salvo que es un profesional de puta madre. No solo ante Vettel se ha agachado para ser segunda espada, también en 2008 lo hizo con Massa siendo el campeón VIGENTE. Eso es más de lo que ha hecho Vettel como piloto de equipo (recordemos 2014)