domingo, 8 de octubre de 2017

Box, box, box...


No entiendo muy bien por qué volvemos al mantra de todos los años, ¡uy!, ¡ay!, ¡qué injusto!, cuando desde finales de primavera sabíamos perfectamente que el frente débil de Ferrari era la fiabilidad de su unidad de potencia.

Bien es verdad que la mayoría de nosotros imaginábamos la película de otra manera: inevitable cambio de componentes y arreando con sanciones en parrilla, pero a la postre el resultado es prácticamente idéntico: Maranello ha pagado muy caro eso de intentar acercarse a Mercedes AMG, y entre pitos y flautas, ha jodido tres de las cuatro últimas carreras de Sebastian Vettel en su lucha por el título. La cuarta, como es de sobra conocido, la tiró por el retrete el propio piloto alemán en Marina Bay.

He escrito mucho sobre este mismo asunto los últimos meses, y en concreto las últimas semanas, incluso días. Desde luego, el de Heppenheim tiene su cuota de culpa por no haber sabido leer el campeonato en una onda diferente a la lectura que estaba haciendo su equipo y por haber cometido dos errores personales que a la postre están resultando cruciales: Azerbaiyán y Singapur, aunque ello no debe inclinarnos a echarle el muerto de lo que está sucediendo, porque bajo mi punto de vista, la responsabilidad está bastante más arriba.

Antes de ponerme a escribir estas líneas he repasado lo escrito desde comienzos de temporada y creo que podemos circunscribir el asunto en primer lugar, en que no se utilizó adecuadamente a Raikkonen en el tercio inicial de esta campaña [Rescatando a Kimi], lo que habría ayudado a mitigar la presión de una Brackley en horas bajas, reduciendo por un lado el valor numérico (puntos) de la anglo-germana, y por otro, aumentando la posibilidad de que metiese la pata.

En segundo están, sin duda, el episodio de Bakú [Ferrari en la picota] y la nula capacidad para gestionar las consecuencias desde el seno de la rossa, que lejos de encararlas renunció en apenas dos semanas a dos de sus plazas fuertes (aerodinámica y unidad de potencia) por contemporizar como hacíamos en tiempos de Montezemolo, incluso haciendo pactos de caballeros con el enemigo (sic) que Mercedes no cumplió en Bélgica porque no tenía por qué cumplirlos. A partir de ahí, y ya como tercera clave: los nervios, que en La Scuderia siempre son sinónimo de desastre [Ferrari no puede esperar].

Sea como fuere no podemos dar la vuelta al calcetín y luego de lo sucedido hoy en Suzuka tenemos ante nosotros un final de temporada que, espero equivocarme, pasará por defender la segunda plaza ante un Valtteri Bottas que ya está a 13 puntos de Sebastian Vettel y contará a partir de Austin con todo el apoyo de su equipo, que no es poco, por cierto.

Perdimos el Mundial de Marcas hace tiempo, casi hemos tirado a la basura el de Pilotos en Japón... A quienes hay que llamar a boxes, y rápido, es a don Sergio Marchionne y a Maurizio Arrivabene, por no entender que si la fiabilidad era nuestro Talón de Aquiles en 2017, había que haber atado el campeonato en verano para defenderlo después con uñas y dientes.

Os leo.

1 comentario:

Interlagos dijo...

De todas formas nada nuevo bajo el sol: acaba el verano y Ferrari pierde terreno frente a sus competidores. Esta peli yo ya la he visto antes.

Saludos!