¿Dónde queda Sebastian?

La temporada ha echado el telón pero no deja de depararnos sorpresas. La última, reciente como bollito apenas salido del horno, consiste en que Christian Horner, jefe de Red bull, se ha liado la manta a la cabeza a tirar flores sobre su equipo, y no ha tenido mejor ocurrencia que afirmar que Adrian Newey es mejor incluso que Colin Chapman.

Lejos de estar de acuerdo con tamaño despropósito, se lo perdono al bueno de Horner porque comprendo que la euforia es la euforia y a veces, bajo sus efectos, las palabras brotan por la boca sin reparar en los destrozos que producen a su paso, porque hombre, comparar al Mago de Finisterre con el hombre que nos descubrió a todos que todo, absolutamente todo era posible hablando de monoplazas, es a todas luces mucho decir.

Pero hoy no quiero discutir los pormenores que a mi modo de entender convierten a Newey en un magnífico alpinista que ha llegado a la cima del Everest sin oxígeno y sin cuerda, y a Chapman en el que entendió primero que poner banderas en la cima del mundo era posible y trazó a renglon seguido —y no una vez, sino muchísimas más— la gramática que está usando hasta el más tonto del paddock. Es cuestión de matices, sin duda, pero lo grueso del esfuerzo al que nos condenamos si queremos discernir las notorias diferencias entre uno y otro, echa un poco para atrás. En todo caso admito por sintetizar y abandonar este jardín en que me he metido, que nos darían las uvas discutiendo si tiene más mérito quien explora con machete y sufriendo arañazos que han puesto nombre a algunas tumbas y algunos episodios imborrables de la historia de nuestro deporte, que quien descubre el sendero abierto por el primero y lo transita con ropa de marca.

Bien está, desde luego, que Christian alabe a Adrian, pero el británico tal vez no ha reparado que ha hecho un flaco favor a Sebastian poniendo un nuevo clavo en el ataúd de dudas que marchitan la belleza efébica del tricampeón más joven de la F1, porque si Newey es mejor que Chapman, como dice el mandamás de la austriaca, es de recibo pensar que el coche que ha llevado bajo el culo el alemán es el que le ha hecho campeón, y que Fernando llevaba razón entonces, cuando decía que no luchaba contra Vettel sino contra el Balrog de Milton Keynes…

Sea como fuere, después de tres años de dominio en pista, lo que es seguro es que Red Bull tiene razones abundantes por las cuales sentirse muy satisfecha por el trabajo realizado, aunque esto no debería ser óbice para que dejaran en sus filas de descuidar lo que dicen, murmuran o cantan a coro, porque entre el vengativo y arrogante Marko, el exultante Vettel y el bocachancla Horner, uno, yo concretamente, no sabe ni qué pensar ni qué decir al respecto de una sesión que recién terminada, sigue arrojando sombras por doquier, entre otras cosas por el empeño mancomunado que muestran los de la bebida energética, en hacernos comulgar con diferentes ruedas de molino que son elegidas para la ocasión según sea el viento que sople.

Se ve que el otro día soplaba Levante, pero en serio, Christian, ¿dónde queda Sebastian ahora que sabemos que Newey es mejor que Chapman?

[Publicado en Diariomotor]