jueves, 13 de diciembre de 2012

Sir Jackie tiene dudas


En esta vida, aunque no lo parezca, lo complicado suele ser mostrarse fiel a uno mismo, tener criterio, ser capaz de ejercer de verso libre aunque la opinión generalizada gane por goleada, y en este sentido, Jackie siempre me ha gustado, incluso cuando no se mostraba cauteloso ante las bondades de Sebastian solicitanto tiempo y distancia para poder valorarlas en justicia (a qué me sonará todo esto).

Jackie es un señor mayor, pero mantiene un algo juvenil que le hace diferente a otros señores mayores que visitan el paddock. Atesora tres títulos mundiales, y amén de un montón de carreras y una morterada de kilómetros encima, mantiene todavía esa clase que tenían los pilotos de antes, aquellos que como él, disponían de la gallardía suficiente como para admitir sus miedos en público o como para saber retirarse en la cumbre de su carrera porque habían perdido a un amigo, a un compañero, quién sabe si a un hermano, en todo caso a François, el gitano de ojos luminosos que pilotaba el Tyrrell número 6 que en Watkins Glen se hacía añicos terminando con su vida y arañando un suspiro desesperanzado al correoso Colin Chapman…

Jackie es en esencia uno de los pocos ejemplares que nos quedan de aquellos, y que deberíamos declarar especie protegida para seguir sintiéndonos anclados a todo esto. Se le quiere, se veneran sus canas y se le respeta, pero hay que decir que ha sabido ganárselo. Fue limpio en pista, casi escrupuloso. Duro cuando hacía falta, pero siempre desde la caballerosidad más británica, del fair play más genuino. Generoso, hábil y lúcido al volante, era un difícil rival sobre el asfalto aunque un amigo siempre leal fuera de él. Sagaz, portentoso, Jackie fue la calculadora de la que aprendió Prost. Ha sido comentarista y sigue ejerciendo de ello, tuvo una escudería que vendió a la Jaguar que contrató a Pedro y que encontró su hogar precisamente en Milton Keynes, la base de operaciones desde donde Jack Brabham levantó su sueño en los sesenta del siglo pasado y que hoy es el hogar de Red Bull.

Jackie es escocés, siempre lo ha sido y va de ello, sin ocultarse, enseñándose orgulloso. Es pequeñajo, pero su valentía y testarudez, junto a las de otros, para qué negarlo, nos ha dejado como legado una seguridad que nos impide llorar por un piloto gravemente herido o muerto cada domingo de carreras; y una asociación de pilotos, la GPDA, que aunque sea ninguneada constantemente, tiene siquiera voz para enfrentarse a las decisiones de la FOTA y el FOM ante la FIA.

Tengo una profunda querencia por Jackie. Fue él quien llamó infierno verde al viejo Nürburgring Nordschleife, y soy de los que le respeto profundamente, por sus canas y por su trayectoria siempre coherente, y por ello hoy me felicito porque haya sido precisamente él el que se haya atrevido a poner en cautela los logros de Sebastian, dejando como un pardillo y un impresentable de tomo y lomo al mismísimo Helmut Marko, mientras esgrimía éste la bíblica, flamígera y vengativa espada del ojo por ojo ante Ferrari, por atreverse a dudar de los logros de su chiquillo.

Sir John Young Stewart, Jackie para los que le queremos, uno de los grandes de todos los tiempos, ha pedido paciencia y perspectiva para valorar la trayectoria del tricampeón más joven de la historia… ¿Por qué demonios no le hacemos caso?


1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Jose y Todos,

Y, además de compartir ese buen mirar al personaje por sus méritos, dicen que conducía con los nudillos separados del volante, con pulcritud, como si quemara, como sabiendo que no era cuestión de aprietes y brusquedades, como con tiento de señorito en la doma...

A veces intentaba llevar como él mi volante de baquelita del ocho y medio, ¡Qué buen recuerdo!

Un saludo,

ABB