viernes, 21 de diciembre de 2012

Ross en rosso


La difícil tarea de tumbar a un hombre siempre resulta mucho más sencilla de lo que parece. Fíjense ustedes en Mercedes AMG, por ejemplo: hay voces que insinúan que sobra Brawn, pero es Michael Schumacher quien se marcha en apariencia (ya veremos dónde se queda), y Norbert Haug quien se desvanece con rotundidad meridiana.

Nick (Fry), que siempre ha sido un poco alcahueta, sigue dibujando dudas sobre lo que está sucediendo en la de Brackley, al afirmar que Hamilton va a poner a prueba a Brawn, pero el británico que se hizo de oro comprando Honda por un dólar, es quien ha traído a Lewis y quien sigue en pie de guerra mientras sus generales caen a sus lados. ¿Quién diría con tamaña puesta en escena que él es el objetivo?

Muy al contrario de lo que el segundo acto de esta historia insinúa como hilo conductor, Ross sigue siendo el protagonista aunque ejerciendo de tal y como siempre, entre bambalinas, lugar donde disfruta como un jabato, para que negarlo, y desde las sombras sigue materializando la ópera italiana que lo lanzó al éxito, pero en versión alemana, para que nos entendamos, porque el sincretismo que salvó a Ferrari a comienzos de la década pasada, está siendo reproducido a mi parecer, milímetro a milímetro, en la de las tres puntas.

Brawn, Byrne, Todt, Schumacher, ¡eso sí que era una troika…! 

Pero ha pasado el tiempo. Jean está en la cúpula de la FIA y debe una a Mercedes (se ha quedado cuando se podía haber ido, ¿no?) y otra a Schumacher, quien podría ser C.E.O. de Mercedes AMG en días o semanas. Rory anda jubilado salvo para servir de excusa sancionadora en la de Maranello, pero queda Aldo, sí, Costa, la mano derecha del mago sudafricano en Ferrari —el italiano no es lo mismo ni de coña, pero al de Manchester le sirve, y eso es lo que cuenta—. El Kaiser, el tipo que ha quedado roto por las gomas pero que a cambio ha refrescado su percepción de las cosas en esto de la F1, tras tres años de morder el polvo día sí y día también, sigue chubarrita y como con ganas de seguir diciendo algo bajo el amparo de su estratega preferido. Y Ross, intacto el tío con su media sonrisa, incluso más crecidito que antes. ¿Quién diría que Mercedes no ha decidido mirar al Sur para sobrevivir?

Hay algo mediterráneo en el ambiente, incluso si ponemos a Niki (Lauda) de intermediario en ese renacer crematístico que ha convencido a Stuttgart, vía contratación de Hamilton, de que el futuro es posible sin necesidad de hacer el moñas como Renault.

Lewis es volcánico, es Alonso hace seis o siete años. Es mejor que Vettel, y que me perdonen los seguidores del de Heppenheim, y tiene cuerda para rato, y arrestos suficientes como para haberle dicho a Dennis que se buscara a otra, y doy por bueno que hará perfectamente de elemento aglutinador de lo que trama Brawn el superviviente: todos alrededor de una idea, de un piloto, de un concepto: ganar a toda costa, como si en vez del británico, en el habitáculo del W04 se sentara el Michael que nos aburrió a todos; como si en vez de plateada, la carrocería que lo rodea estuviese pintada de rosso scuderia y llevara un cavallino rampante a los lados, en vez de una estrella rodeada por un círculo en el morro.

Brawn gana de momento. Desconozco si ha comprado papeletas para un año o dos solamente, o si ha vendido el alma al diablo a cambio de conseguir resultados en 2013, o si lo suyo va para largo por ese tipo de cosas que nadie comprende. De momento Norbert está fuera, lo que significa que Ross acumula más poder que antes a pesar de que Fry siga haciendo de mosca cojonera. Schumacher puede seguir dentro (lo doy por seguro porque éste no se retira del todo sin haberlo intentado de nuevo), aunque quedemos a la espera, como no podía ser menos; y Lewis supone el acicate necesario ante los tiempos venideros, el ingrediente indispensable a pesar de Nico, el tipo que puede servir de revulsivo o de tumba para todos nosotros, porque como Mercedes AMG caiga, pierde hasta el tato en este invento que conocemos como F1.

Lo dicho, si no me fallan las cuentas, Mercedes se está volviendo rossa por pura necesidad y ejercicio de réplica, aunque a Ross no nos lo quitamos de encima ni con agua caliente y vinagre, porque como decía al comienzo, la difícil tarea de tumbar a un hombre siempre resulta mucho más sencilla de lo que parece, aunque parezca otra cosa.

1 comentario:

Anónimo dijo...

A ver cómo resulta este cocido.

King Crimson