María

Es pública y notoria mi afición por meterme en jardines técnicos de difícil acceso y peor salida, menos para un hombre de letras como un servidor, de los que sin embargo salgo ileso gracias a las amables manos y paciencia de tipos que saben más que yo, como Juan (Pirat) o Zukisan, ejemplos entrañables y a mano, quienes recogiendo el testigo dejado por Sabre, y aún por otros cuyo nombre lamento no tener cerca pero cuya contribución agradezco en el alma, me consienten apañarme en tan procelosos mares permitiéndome llegar entero a la playa.

Viene todo esto a cuento porque en mi época de estudiante había asignaturas que eran denominadas coloquialmente como Marías*, auténticos huesos duros de roer que había que salvar por narices si querías progresar en los estudios, pues si no se superaban te quedabas arrinconado. Sin que a día de hoy haya comprendido la razón de tal apelativo, ni pretenda molestaros lo más mínimo para que me ayudéis a resolver una de las innumerables lagunas con las que he aprendido a convivir, el asunto me ha venido a la cabeza estos días de solaz y reposo obligado mientras aparece en el horizonte el Gran Premio de España, porque intuyo que la aerodinámica es la asignatura pendiente de la FIA.

La gente que hace el reglamento que regula la cosa, parece haberle tomado el pulso a lo de los neumáticos y los motores, incluso a lo relativo a la cantidad de cachivaches que hacen de un monoplaza un arma terrible en pista, hasta el punto de que ante la imposibilidad de luchar contra la creatividad de los ingenieros, no les ha temblado la mano en cortar por lo sano impidiendo cualquier progreso.

En fin, ya se sabe, ¡muerto el perro se acabó la rabia!; pero el caso es que en cuestiones de aerodinámica las cuentas siguen fallando porque su comprensión supone la única forma de continuar ganando décimas. Así, si el año pasado, a pesar de las restricciones, el calor que estorbaba en los anteriores se convertía en pieza angular para ganar velocidad en recta y paso por curva (RB5), o el fondo otrora plano se llenaba de agujeros con los mismos fines (BGP001); éste, una vez aprendida la lección de 2009, ha planteado que los alerones traseros puedan entrar en stall (pérdida) gracias al F-Duct… ¡Tela!

¿Quién sabe con qué soluciones nos sorprenderán el que viene?, porque seguro que la gente que diseña coches para las escuderías atisbará respuestas, ahora impensables, conque seguir ganando velocidad, sorteando de aquella manera los límites impuestos por el reglamento; porque como he insinuado más arriba, los de la FIA tienen en la aerodinámica su secular hueso duro, y ése es el lugar indicado por donde pillarlos en pelota picada.

¡Y que dure!, como diría aquél, ya que la bendita disciplina, hoy por hoy, supone la última línea de resistencia que garantiza que la F1 siga siendo el máximo exponente de la competición automovilistica, aunque sólo sea porque aún no le han tomado la medida.


* Jon acaba de aclararme que María era el nombre que se daba a otra tipo de asignatura. Mis disculpas.