La heredera de Minardi se mostraba al fin en Albert Park, pero sólo a manos del piloto español Jaime Alguersuari, quien terminaba la prueba a unos pasos de encajar en los puntos tras firmar una carrera soberbia, porque Sebastien Buemi volvía a quedarse en la cuneta, como ya le ocurriera en Bahrein.
Dicho esto, ante Malasia, Toro Rosso habrá comenzado a enteder que su panoplia de pilotos adolece de una cierta descompensación en cuanto a calidad y temple, cuestión que debería remediarse de inmediato si se quiere cosechar algo, lo que me anima a sospechar que al suizo muy posiblemente le hayan comenzado a ayudar a ponerse las pilas, sobre todo, haciéndole mirar en dirección al tipo con quien comparte escudería; lo que puede situarnos ante un escenario radicalmente distinto al vivido hasta este preciso momento, cosa que sería del todo deseable, porque Sepang parece un circuito más adecuado a los STR5 que Melbourne.
Con respecto a lo mencionado en los previos del domingo pasado, en Toro Rosso la cosa sigue más o menos igual, porque esta concatenación de grandes premios tan próximos en el tiempo, no permite introducir evoluciones en los vehículos que hagan posible un cambio en su comportamiento.
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