sábado, 17 de abril de 2021

La chirigota de Silverstone


Todos imaginando que la presión en Aston Martin iba a caer del lado de Sebastian, que también, y resulta que la de Silverstone no deja de proporcionarnos momentos a cual más hilarante. 
 
Ahora es la normativa, que en boca de Omar Szafnauer se ha parido para perjudicar a los coches de rake menos pronunciado, es decir, el de Mercedes AMG y el de Mercedes AMG puesto que el de AMR es en síntesis el de Mercedes AMG... Y mientras la máquina de Brackley ha comenzado a reponerse y apunta maneras para llevarse el octavo título de Marcas, los de la british racing green amenazan con llegar a los tribunales si hace el caso, claro.

Lawrence Stroll no gana para disgustos, y ante una coyuntura tan desfavorable en lo deportivo nos enseña la que será la nueva fábrica y ha puesto a la venta el circuito de Mont-Tremblant, y ya, de seguido, apunta con su revólver a la FIA porque, a ver, qué coño hace con un tetracampeón del mundo si no puede darle un monoplaza a la altura de sus promesas. 

No diré que el cuadro tenga mala pinta, pero no me negaréis que produce una infinita ternura. 

Christian Horner les ha llamado ingenuos por no tildarlos de otra cosa. Mientras tanto, el que seguro que se está partiendo la caja es Vijay Mallya viendo cómo el bueno de Omar sigue tragando sapos ante los micrófonos y las cámaras. Huir hacia adelante conlleva un costo que no cubre ni el más abultado talonario. A ver cómo termina todo, aunque diría que casi como ha comenzado: en plan chirigota de Cádiz.

Os leo.

1 comentario:

Erathor dijo...

Patrocinó a Williams para que el niño se estrenará.

Compró Force India para que se figurará con uno de los conductores top.

Compro Aston Martín para darle solera a la escudería y atraer a un 'campeon del mundo' al que Lance batiese mientras lograba sus primeras victorias.

Pero se ha torcido, raro, raro, rarísimo.

Pero aún no está todo perdido. Aún podemos comprar la Fórmula One Management para que Lance se convierta en sir Lancelot y obtenga su merecidísima corona.

El problema mayor es que el niño mimado que está enrabietado y caprichosón no es el hijo.

Es papaíto.