viernes, 16 de abril de 2021

Elio y su 97T

Gracias ante todo por el recibimiento que habéis dado a la recuperación de esta saga dedicada a mi colección de cochecitos a escala, que arrancó de nuevo (tras meses de sequía) con la entrada que escribí el miércoles pasado sobre el Nissan R91CP [Nissan en Daytona 1992]. Dicho lo cual, vamos con un modelo que, como comprobaréis más abajo, supone una de esas suertes que encuentra cualquier coleccionista sólo muy de vez en cuando. Os cuento.

Lo normal en las ferias de barato, tipo rastro madrileño, etcétera, es pillar saldos de cochecitos pertenecientes a tiradas de quiosco. Son buenas maquetas y a precios muy asequibles, pero no dejan de ser lo que son, que sé que me entendéis. Otra cosa es que puedas pillar una virguería que pasa desapercibida entre el resto de maquetitas, sin vitrina de plástico y sobre peana ajena, que estaba allí como esperándote... Una entre un millón...

Elio de Angelis —siento por el romano un cariño casi tan especial como por Gilles Villeneuve—, el Lotus 97T de 1985, y la etiqueta de 5€...

Hace mucho que no frecuento el mercadillo de la Plaza Nueva de Bilbao, pero aquella vez, además de algunos libros de viejo, me llevé en el bolsillo del tres cuartos, envuelta en plástico de bolitas, una joyita de las verdaderas y adquirida a precio de ganga. Este 97T es un Minichamps con todos sus sacramentos, se distinguía de lejos. Confieso que quise contenerme por aquello de no alterar el precio, pero también debo admitir que le di un par de vueltas en mis manos hasta corroborar que estaba en lo cierto. El soporte de plástico lleva grabado el altorelieve DeA (DeAgostini), pero el cacharrillo es un digno hijo de la fábrica de Aquisgrán.

Y bueno, estamos en plena celebración del Gran Premio de Emilia-Romagna y, en Imola, precisamente, y he pensado que os gustaría que compartiese con vosotros este bastardete, ya que De Angelis obtuvo en 1985 su segunda y última victoria en el Enzo y Dino Ferrari (Gran Premio de San Marino) —la primera de su carrera había sucedido en 1982, en el Osterreichring (Gran Premio de Austria), también con Lotus, en apretadísima liza con Keke Rosberg, tanto que el italiano superó al finlandés por únicamente 5 centésimas prácticamente sobre la línea de meta.

Colin Chapman ya había fallecido y Lotus caminaba hacia su ocaso, pero el 97T salió razonablemente bueno. McLaren tenía la mejor apuesta de entonces, pero Senna lograba con él el triunfo en Estoril y más tarde en Spa-Francorchamps, y De Angelis sacaba la cabeza en Imola gracias a la descalificación de Alain Prost y en una cita que sólo terminaron seis coches, incluido el del galo, y eso, que nos quiten lo bailao.

Gérard Ducarouge y Martin Ogilvie firmaron su diseño, y su propulsor fue un turbo Renault Gordini EF15B V6 de 1.492 cc con arquitectura a 90º.

Nominalmente es uno de los Lotus más emblemáticos de Senna (dorsal número 12), aunque el paulista vio en De Angelis una china en su zapato y definió el exilio del romano a Brabham en 1986, donde encontró la muerte uno de los pilotos más finos y rápidos que hemos podido disfrutar...

Ayrton ganó aquella batalla con esos politiqueos que reprobaba públicamente, pero Elio sigue siendo Elio por siempre jamás, y gracias a una extraña conjunción de astros yo tengo un modelo a escala 1/43 de uno de mis ídolos de juventud sobre un coche que no es exactamente el de San Marino 1985, porque donde debería aparecer John Player Special, las calcomanías reflejan las siete laureadas que había conseguido la escudería que fundó uno de los tipos más inteligentes y creativos que hemos tenido oportunidad de palpar en nuestra disciplina —también éramos políticamente correctos entonces.

Va por la vieja Lotus, por Elio De Angelis, por Colin, por JPS y por los que siempre quedan arriba, como el aceite sobre el agua.

Os leo.

1 comentario:

Cao Wen Toh dijo...

Cuando en mi infancia el único Lotus posible era el bólido amarillo con forma de puro de mi Scalextric, mi primer héroe fue Emerson Fittipaldi a bordo de un precioso Fórmula 1 de color negro con adornos de oro. Tardé años en enterarme con gran disgusto que no era un deportivo de competición sino una cajetilla de tabaco. Pero ese "John Player Special" sigue siendo para mí EL MEJOR COCHE DE CARRERAS.