miércoles, 4 de septiembre de 2019

Empingorotando, que es gerundio


Produce cierta vergüenza ajena el nivel de elevación a los altares que ha alcanzado la «gesta» protagonizada por Sebastian Vettel el pasado Gran Premio de Bélgica. Pensaba, ingenuamente, que este tipo de exaltaciones eran propias de Lobato y sus lobatizados, no de gente seria que anda propagando la especie de que sin el concurso del alemán el triunfo de Leclerc no habría sido posible.

Evidentemente no habría sido posible, es de perogrullo, pero esto se ha llamado labor de equipo de toda la vida de Dios, y si resulta que haciendo labor de equipo Vettel se ha coronado como un grande en Spa-Francorchamps, justo sería reconocer la grandeza de Mark Webber, Daniel Ricciardo, Kimi Raikkonen y el propio Charles Leclerc... ¡Ay, no, que los sacrificios por la causa del monegasco nunca han rentado al tetracampeón porque éste no ha sabido materializarlos...!

Sin quitar ni poner nada a Sebastian, considero que este pagafanteo monumental es el que mayor daño hace a su figura.

Siendo malo, muy malo, repetiré lo que llevo diciendo desde 2010, pues aquí tenemos el principal foco de distorsión: los algodones, el continuo dibujar a un campeón excelso que nunca ha ganado saliendo por detrás del tercer puesto en parrilla, extremadamente dependiente de vehículos dominadores, tendente a sucumbir a la presión y demasiado necesitado durante toda su carrera profesional de que la labor de equipo la hayan tenido que desempeñar sus compañeros.

Volvemos a Monza, donde el año pasado, por no entender en qué consiste la bendita labor de equipo, Sebastian nos regaló una de las más hermosas frases de nuestro deporte: «Estoy contento de luchar contra tres coches [Hamilton, Bottas y Raikkonen], de hecho estoy contento de luchar contra diecinueve coches. Creo que nunca he tenido nada diferente y está bien. No espero nada más. Creo que nunca he estado en una posición diferente a eso. Está bien. No espero nada más...» 

Entonces tiró por la borda las posibilidades de Ferrari y las suyas propias de cara al campeonato, y me conformo con que si este próximo fin de semana se vuelve a encontrar en circunstancias similares a las de Bélgica, el de Heppenheim haga oídos sordos a la prensa amiga y siga recordando que los equipos ganan remando en la misma dirección.

Os leo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues, para atender a los medios no se quedó, y la foto con Leclerc no se la hizo.

Así es que, jugar en equipo le sentó cono patada en los dientes.

pocascanas dijo...

A mí me parece que en algunos circuitos Vettel anduvo igual o mejor que Leclerc, pero en otros fue claramente superado por su compañero.
Entonces, si Binotto ahora entiende mejor su propia conveniencia (que es la del equipo y no la individual), es entendible que haga prevalecer a aquel que mejor va en cada situación para maximizar las chances del conjunto.
Si esa es la situación, el que mejor ritmo demuestre tendrá prioridad. El que más logre sacar de su auto.

Saludos desde el Coño Sur

Jorge dijo...

"Siendo malo, muy malo, repetiré lo que llevo diciendo desde 2010, pues aquí tenemos el principal foco de distorsión: los algodones, el continuo dibujar a un campeón excelso que nunca ha ganado saliendo por detrás del tercer puesto en parrilla, extremadamente dependiente de vehículos dominadores, tendente a sucumbir a la presión y demasiado necesitado durante toda su carrera profesional de que la labor de equipo la hayan tenido que desempeñar sus compañeros".

EN ESTE PARRAFO HAS HECHO EL RETRATO PERFECTO DEL PILOTO EN CUESTIÓN, NI MÁS NI MENOS. CHAPÓ.