miércoles, 21 de agosto de 2019

¿Pero qué me cuenta usted...?


El nivelazo que alcanzan algunos razonamientos explica a las claras por qué seguimos yéndonos al cagarrón como sociedad. Ahora resulta que el alonsismo tiene la culpa de que Antonio Lobato y su equipo retransmitan el Mundial de Fórmula 1 a través de la plataforma que opera en España, cuando lo que sucede es que el formato exclusivo (y de pago) ha atrapado las avellanitas de sus principales promotores.

No hay que ser muy inteligente para comprender que las empresas de comunicación velan por sus intereses y resuelven sus problemas con soluciones que no siempre gustan a todo el mundo. Nos manejamos en un mundillo que sinceramente se me escapa. No sé cómo está el tema de las audiencias en la actualidad ni si es mejor o peor que antes, tampoco manejo información sobre la rentabilidad del actual producto en comparación con el anterior, lo que sí sé es que a mucha gente se le puso la herramienta bien gorda en cuanto tuvo oportunidad de separarse del vulgo, y que en el pecado estaba la penitencia.

También tengo claro que los apasionados patanegra ni eran tantos ni suficientes para sostener un modelo de explotación basado en la exclusividad y el paso previo por caja, y que a partir de aquí el tema compete a Movistar+ y cómo entiende la colocación de su producto —disculpadme, pero en esta entrada voy a usar mucho la palabra «producto».

Obviamente el alonsismo ha tenido muy poco peso en todo este asunto. Acaso, ha sido el recurso al que ha tendido la operadora para salvar sus muebles, y repito: lo digo desde mis evidentes limitaciones. Sea como fuere, intuyo que el producto que ofrecen Lobato y su tropa sirve a Movistar+ como señuelo para atraer más audiencia. En todo caso, que es a lo que vamos, esta situación era previsible y hasta me tomé la libertad de insinuarla hace varios años y matizarla después, pena que me dé una pereza terrible ponerme a buscar las entradas correspondientes en Nürbu y serviros sus enlaces.

Es pronto todavía, pero en cuanto Fernando mueva ficha tendremos a las huestes del credo apostando por tal o cual retransmisión por el módico precio de X euros, en la que participan sus amigotes del alma y no hay que perdérsela, of course!, que sabrán mucho, no lo pongo en duda, pero no hay Dios que los aguante con sus bonitas voces de pito, o en el mejor de los casos, con timbres menos agudos, no hay quien los soporte empeñados en dar lecciones y en contar historias del Abuelo Cebolleta mientras un asceta español firmaba uno de sus maravillosos relevos en Daytona...

Es un no parar, lo comprendo, pero el capitalismo es así. Sin rentabilidad nada sale adelante y si para obtenerla hay que aliarse con el diablo, pues con el diablo nos aliamos. Con el WEC no me cuesta nada pagar por escuchar a Tomás Saldaña y Javier Rubio porque el producto que hacen es bastante majo, excelente para la media, diría. Con la Fórmula 1 y la IndyCar no paso por ventanilla, me niego. Sky Sports para la primera y NBC para la segunda. No es tan difícil y me ahorro disgustos y andar por la vida dando el coñazo con lo poco que me gusta o lo insoportable que resulta tener que aguantar a éste o a éste otro.

Movistar+ manda, corazones, pero desgraciadamente (para vosotros), estas guerras no se ganan en Twitter. Disfrutad de lo que nos trajísteis; eso sí, no le echéis la culpa al maestro armero, ni mucho menos a la corriente de aficionados que os permite en la actualidad seguir enlazados a vuestro deporte favorito, y esto que voy a decir es de perogrullo: pero sin el alonsismo, ni habríais disfrutado de una década y media de lujo, ni tendrías expectativas de seguir quejándoos.

Os leo.

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