Defender lo obtenido

Cuando Nico Rosberg se fue por la puerta grande, el reproche más cainita que le lanzaron fue que no era deportivo renunciar a defender su título...

Digo que fue cainita aquello porque la mayor carga de acusaciones vino de la gente que supuestamente debía entender mejor su postura, empezando por Lewis Hamilton, que se iba a tomar la posible derrota ante su compañero como un hombre y acabó digiriéndola como un chiquillo al que no le gusta la papilla de cereales.

Y bien, aquí estamos en la actualidad, a vueltas con el valor que hay que dar a los cuatro títulos de Sebastian Vettel cuando a la vista está que no ha sabido defenderlos. Desde 2014 todos son excusas a su alrededor porque el coche, ahora, es un valor tan supremo que impide la legítima defensa salvo que saque un segundo o segundo y medio a su rival inmediato, oh wait!

Pasando por alto que llevo en Nürbu cantando desde 2009 esta misma monserga y tratando de limar importancia a los números [Los números engañan], quizá convenga hablar de sensaciones, ingrediente tan vital para el espectáculo como los puntos y las victorias, que, sin embargo, ha caído siempre por goleada ante las estadísticas y eso que se llama lo objetivo. Y es que el bueno de Seb obtuvo sus cuatro entorchados convenciendo así así, y mal que les pese a muchos, es él quien se ha encargado de ir devaluándolos desde su último año en Red Bull a esta parte, precisamente por no saber defenderlos.

Hombre, es evidente que si quieres estar arriba necesitas coche, ya que en caso contrario te expones a defraudar el fino paladar de los que fardan de entender de este deporte pero sólo entienden de la puta cultura del winner y el loser. El segundo es el primero de los perdedores y ya tal. ¡Joder, si hasta el propio Alonso dice que si tuviera monoplaza se habría quedado...!

Con Vettel se está forzando esta filosofía impuesta con Senna y Schumacher, básicamente porque era una mierda de filosofía, ya que sólo es válida para las apisonadoras y muestra un monton de grietas cuando necesitamos aplicarla a contextos menos favorables, como es el caso del alemán.

El tipo de la foto de entradilla también tiene cuatro coronas, pero a diferencia de Sebastian, siempre las defendió con uñas y dientes y después de dejarlo en 1992, volvió al año siguiente para rematar la faena y dejar constancia de que si quería podía. En sentido estricto, sus cuatro logros son cuatro rocas mientras que los del de Heppenheim son globos que se van desinflando conforme trancurre el tiempo.

Vettel ni siquiera puede fardar de haber luchado hasta el último aliento dos de sus tres subcampeonatos porque a pesar de sus números, las sensaciones que ha ido dejando tras de sí han sido jodidamente tristonas.

Se dijo que no importaba lo de 2017, que lo de 2018 también fue mala suerte, pero estamos en 2019 y se han abierto los cielos sobre él para pasarle todas las facturas al cobro, algo que sencillamente no se puede hacer con Alain Prost incluso contemplando la figura de Balestre, ya que el despegue del alemán coincidió con un Max Mosley que daba lecciones a Ferrari y McLaren: «El coche de 2009 sufrió cambios importantes por las regulaciones y hubo un debate sobre el doble difusor porque había que decidir si era legal o si era una decisión técnica fuera de las normas. No se llevó a cabo por el hecho de que Max Mosley quiso dar una lección a Ferrari y McLaren...» [Newey afirma que el doble difusor fue una lección de Mosley a Ferrari y McLaren].

Hay coches dominadores, es obvio, incluso vehículos tramposamente dominadores, pero luego está el piloto, o debería estar para defender lo obtenido.

Os leo.