viernes, 3 de noviembre de 2017

Sí, hijos, sí


La vida en Toro Rosso no es vida en octubre, más o menos como sucede por las mismas fechas en todos los equipos pequeños que tratan de llegar al final de la temporada sin que se note demasiado que van con la lengua fuera.

Eso es así, que decía aquél, y el caso es que lo sabíamos con anterioridad a que los creadores de contenidos perdieran el culete por hacernos ver el enorme mundo de posibilidades que se abría ante Pierre Gasly y Brendon Hartley, por ejemplo, cuando en vez de una oportunidad lo que tenían ante sí era un inabarcable campo de minas repleto de trabajo.

El piloto de carreras suda bien la camiseta el 95% de su desempeño. El 5% restante, si tiene suerte destaca, y si no, se hunde irremisiblemente entre críticas y malos rollos. Luego, durante su tiempo libre, se hace selfies, liga o se va a cuidar ovejas, un suponer. Y esto también es así, que decía el de más allá.

Este componente proletario del conductor pasa normalmente desapercibido. Bueno, siendo honesto hay que reconocer que siempre ha sido así, lo que no quita para que últimamente no deje ni rastro en artículos, opiniones y demás formatos informativos. Los pilotos van y vienen para triunfar o fracasar; fichan o son mandados a la calle por ser buenos o rematadamente malos... no parece haber más.

Y sí lo hay. La posibilidad de trabajar en un entorno tan exigente como el que propone la Fórmula 1 supone un aliciente en sí mismo. Independientemente de que se cosechen éxitos o no, currar entre los veinte mejores currantes de lo nuestro ya es una victoria, y es por ello que la peña se parte la cara por entrar en la fábrica de sueños o se busca aliados que lo costeen.

No me enredo. Gasly y Hartley, como tantos otros, no merecen ni la sarta de chorradas con que son recibidos, ni el silencio y desdén con que son abandonados en cuanto las expectativas se tuercen. Comprendo que en los cuadros de la moderna creación de contenidos se integre mucho pardillo con prisa por decirlo antes que nadie, por haberlo visto antes que nadie, por haber señalado a tal o cual estrella emergente antes que el compañero, pero la vida no funciona así, y en la Fórmula 1 menos que en cualquier otro sitio.

En todo proceso de destilación hay que ser muy manta para mostrarse resultadista sin atender al contexto. Es una inclinación humana, lo reconozco, pero no haber sabido valorar qué suponía realmente una oportunidad como la que brindaba Toro Rosso a Brendon y Pierre es de juzgado de guardia. Faenza no es un gran equipo y en otoño empeora siempre. El presupuesto anual se ha consumido, la vista está puesta en la siguiente campaña... Integrarse en la italiana no era un regalo, sino, más bien, un curso de prácticas para dos pilotos que crecerán trabajando de lo lindo en áreas que son desconocidas para el aficionado.

Se están probando cosas para el año que viene que ni sabemos que existen, por ejemplo. Se está llevando a las unidades de potencia a rangos de exigencia extrema. No sé, me parece muy injusto para los chavales tasarlos sólo por lo que consiguen en pista.

Sí, hijos, sí, nadie dijo que esto fuese un camino de rosas, y si lo dijo, mentía como un bellaco.

Os leo.

1 comentario:

pocascanas dijo...

Muy sensatas palabras, deberían alcanzar para poner las cosas en su contexto.
Eso sí, el día que veamos a Red Bull volver a pelear un campeonato hasta el final, veremos a Toro Rosso mantener su nivel y su competitividad. Tal y como ha pasado otrora.