A hilo de la entrada del lunes pasado [¿Quién ha salvado a quién?], creo que viene bien recordar otra que escribí a comienzos del año pasado para PlanetaDeporte. Trataba sobre el extraño momento de forma que había mostrado Renault en el Gran Premio de Australia 2016... Extraño, fundamentalmente, porque como mencionaba en el texto nadie daba un centavo por una recuperación tan rápida después de la tormentosa temporada que nos habían regalado Red Bull y el fabricante francés durante 2015. Lean, lean ustedes...
De todas las sorpresas que nos ha deparado el pasado Gran Premio de Australia, quizás me quedaría con el excelente estado de forma mostrado por la unidad de potencia Renault, tanto en el equipo oficial como en su versión TAG Heuer montada en los vehículos de Red Bull.
Obviamente, esa excelencia de la que hablo hay que matizarla mucho. El material de La Régie todavía no está a la altura de los propulsores de Stuttgart o Maranello, aunque me ha sorprendido porque las estimaciones de los especialistas para 2016 apenas daban un centavo por él, entre otras cosas, debido al agrio enfrentamiento que tuvo lugar durante 2015 entre Milton Keynes y la francesa.
De llegar tarde a la temporada 2014, y con graves problemas de fiabilidad y rendimiento que comprometieron el comportamiento en pista de Red Bull, Toro Rosso, Lotus y Caterham; Renault pasaba la temporada siguiente a perder credibilidad y equipos cliente —Lotus pasaba a ser propulsada por Mercedes-Benz y Caterham desaparecía—, para terminar protagonizando una de las etapas más duras de su historia, en la que incluso se llegó a pensar que podía retirase de la competición.
Por fortuna, la sangre no parece haber llegado al río, ya que a pesar del profundo desencuentro habido entre las de Dieter Mateschitz y el fabricante galo hace escasamente unos meses, que ha derivado, como sabemos, en que Toro Rosso utilice en 2016 unidades de potencia Ferrari, Renault iniciaba un proceso de compra de Lotus con la intención de salvaguardar su imagen de marca y Red Bull le allanaba el terreno, adoptando la denominación TAG Heuer para un propulsor híbrido que en la práctica, es una «versión extraña» de la Energy F1 V6 Turbo de la gala que podría superar perfectamente una comparación entre productos gemelos.
Y en esto estábamos antes de llegar a Melbourne, cuando para sorpresa de aficionados y prensa especializada, Renault parecía estar en la pomada desde el mismo viernes de pruebas.
Desgraciadamente los milagros no existen en Fórmula 1, lo que me lleva a pensar en el descomunal trabajo realizado realizado por la del rombo entre finales de noviembre pasado, si no antes, y este inicio de temporada.
Para este año los fabricantes disponen de 32 tokens a la hora de retocar o evolucionar sus respectivas plataformas, y cabe decir que si Ferrari ha usado 23 del total disponible y Mercedes-Benz y Honda: 19 y 18 respectivamente, La Régie sólo ha usado 7, lo que la convierte en la fábrica con más margen de maniobra de todas las presentes en el Mundial.
Si con tan sólo 7 tokens, ha sido posible dar un salto tan cualitativo como el mostrado en Albert Park por la escuadra oficial y Red Bull, ¿por qué no se dio antes? ¿Acaso Renault ha estado jugando políticamente con su supuesta debilidad? ¿Estamos ante un lobo disfrazado de cordero, o ante un lobo con piel amarilla? —por cierto, preciosa.
Os leo.
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