La idea de una Fórmula 1 en que se desayunaba sexo por las mañanas y se podía morir por la tarde hace años que pasó a mejor vida.
La seguridad es una prioridad desde mayo de 1994, algo a lo que nos hemos acostumbrado, a veces a regañadientes, y, sin duda, algo ante lo que habrá que hacer un esfuercito para seguir tragando con cuanta mejora suponga que los pilotos puedan seguir dando ruedas de prensa.
Dicho esto, me estáis preguntando estos días sobre qué pienso acerca de la imposición del Halo como solución de seguridad, y antes de irme de farra porque andamos en Gorliz celebrando las fiestas de Santiago, lamento no poder aportar nada más a aquello que escribí en febrero del año pasado [Halo, protección insuficiente]... Bueno, sí hay algo más, aunque prefiero dejarlo para cuando me encaje contaros lo que pienso de la hiperactividad que muestra la FIA desde que Liberty se ha hecho con las riendas del negocio.
Y es que como dije hace casi dieciocho meses, el Halo no resuelve en la práctica ninguno de los accidentes más graves que hemos tenido durante los últimos tiempos. No pararía el muelle que casi destroza a Felipe Massa; no impediría que un neumático o una pieza golpee la cabeza del conductor como sucedió —desgraciadamente— con Surtees o Wilson; tampoco añadiría ni quitaría una coma al accidente de Kubica en Canadá 2007.
Su intervención sí podría haber ayudado a la disipación de la energía del impacto de Jules con la grúa en Suzuka, pero desconozco si en términos de desaceleración, el cerebro del francés habría aguantado el trallazo con Halo o sin él. Y en cuanto a María de Villota, qué queréis que os diga: por los espacios abiertos en el coño trasto sigue teniendo cabida cualquier cosa que pueda dañar a un piloto...
Sí tengo claro que con Halo Fernando no sale por su propio pie de un accidente como el sufrido en Australia 2016, y que si hubiese habido un incendio en el monoplaza, la cosa de la excarcelación del de Oviedo de su habitáculo podía haber supuesto un problema añadido, y muy grave.
Lo dicho entonces: insuficiente, y añado ahora: redundante.
A ver, la seguridad pasiva en la Fórmula 1 es de 9,95 porque con estas cosas el 10 no existe. El deporte es arriesgado y aunque acoracemos los coches siempre va a existir una mínima posibilidad de que suceda un desastre. Otra cosa es la seguridad que rodea la actividad, y en este aspecto, lamentablemente sigue habiendo mucho que mejorar.
Visibilidad garantizada, por ejemplo. Nada de horarios que pongan en riesgo a los protagonistas de nuestro deporte, ni mucho menos permitirles correr sin luz y bajo diluvios, como en Interlagos 2016, por ejemplo. Grúas y demás cachivaches peligrosos per se, erradicados de la pista hasta que la neutralización de todos los vehículos sea un hecho. Nada de entrenamientos sin un supervisor FIA que vele porque la seguridad esté totalmente garantizada, ni en aeródromos ni en pista...
Podría seguir pero siento que no serviría de nada. La mayor seguridad surge de un entorno que cuida con mimo la prevención y mal que nos pese, aquí la Fórmula 1 deja todavía mucho que desear.
La seguridad es una prioridad desde mayo de 1994, algo a lo que nos hemos acostumbrado, a veces a regañadientes, y, sin duda, algo ante lo que habrá que hacer un esfuercito para seguir tragando con cuanta mejora suponga que los pilotos puedan seguir dando ruedas de prensa.
Dicho esto, me estáis preguntando estos días sobre qué pienso acerca de la imposición del Halo como solución de seguridad, y antes de irme de farra porque andamos en Gorliz celebrando las fiestas de Santiago, lamento no poder aportar nada más a aquello que escribí en febrero del año pasado [Halo, protección insuficiente]... Bueno, sí hay algo más, aunque prefiero dejarlo para cuando me encaje contaros lo que pienso de la hiperactividad que muestra la FIA desde que Liberty se ha hecho con las riendas del negocio.
Y es que como dije hace casi dieciocho meses, el Halo no resuelve en la práctica ninguno de los accidentes más graves que hemos tenido durante los últimos tiempos. No pararía el muelle que casi destroza a Felipe Massa; no impediría que un neumático o una pieza golpee la cabeza del conductor como sucedió —desgraciadamente— con Surtees o Wilson; tampoco añadiría ni quitaría una coma al accidente de Kubica en Canadá 2007.
Su intervención sí podría haber ayudado a la disipación de la energía del impacto de Jules con la grúa en Suzuka, pero desconozco si en términos de desaceleración, el cerebro del francés habría aguantado el trallazo con Halo o sin él. Y en cuanto a María de Villota, qué queréis que os diga: por los espacios abiertos en el coño trasto sigue teniendo cabida cualquier cosa que pueda dañar a un piloto...
Sí tengo claro que con Halo Fernando no sale por su propio pie de un accidente como el sufrido en Australia 2016, y que si hubiese habido un incendio en el monoplaza, la cosa de la excarcelación del de Oviedo de su habitáculo podía haber supuesto un problema añadido, y muy grave.
Lo dicho entonces: insuficiente, y añado ahora: redundante.
A ver, la seguridad pasiva en la Fórmula 1 es de 9,95 porque con estas cosas el 10 no existe. El deporte es arriesgado y aunque acoracemos los coches siempre va a existir una mínima posibilidad de que suceda un desastre. Otra cosa es la seguridad que rodea la actividad, y en este aspecto, lamentablemente sigue habiendo mucho que mejorar.
Visibilidad garantizada, por ejemplo. Nada de horarios que pongan en riesgo a los protagonistas de nuestro deporte, ni mucho menos permitirles correr sin luz y bajo diluvios, como en Interlagos 2016, por ejemplo. Grúas y demás cachivaches peligrosos per se, erradicados de la pista hasta que la neutralización de todos los vehículos sea un hecho. Nada de entrenamientos sin un supervisor FIA que vele porque la seguridad esté totalmente garantizada, ni en aeródromos ni en pista...
Podría seguir pero siento que no serviría de nada. La mayor seguridad surge de un entorno que cuida con mimo la prevención y mal que nos pese, aquí la Fórmula 1 deja todavía mucho que desear.
Es rematadamente feo, pero como he dejado escrito alguna otra vez, es todavía un esbozo y hace falta verlo cuando esté integrado en las formas del monoplaza y empecemos a comprender que también tiene aplicaciones aerodinámicas.
Si sigue siendo feo entonces habrá que joderse, pero por Dios, que sea por algo productivo, y es que en accidentes aparentemente menores, como el afeitado que le metió Liuzzi a Schumacher en Abu Dhabi 2010, o en el de Grosjean a Alonso en Bélgica 2012, o incluso en el que protagonizaron el asturiano y Kimi en Austria 2015, entiendo que la presencia del Halo podía haber complicado las cosas, quién sabe si con funestas consecuencias.
En fin, si me pedís que apueste a si se implementa o no, os diré que no me atrevo.
Os leo.
Si sigue siendo feo entonces habrá que joderse, pero por Dios, que sea por algo productivo, y es que en accidentes aparentemente menores, como el afeitado que le metió Liuzzi a Schumacher en Abu Dhabi 2010, o en el de Grosjean a Alonso en Bélgica 2012, o incluso en el que protagonizaron el asturiano y Kimi en Austria 2015, entiendo que la presencia del Halo podía haber complicado las cosas, quién sabe si con funestas consecuencias.
En fin, si me pedís que apueste a si se implementa o no, os diré que no me atrevo.
Os leo.
1 comentario:
Buenos días. No sé que tipo de accidentes pretende evitar con la introducción de la tanga esta,porque como bien dices Josete, ninguno de los últimos accidentes graves los hubiera evitado. Da más la sensación que alguien (llamemosle Todt) quiera apuntarse un gol de cara a una futura promoción en su carrera (llamemosle comisionado de la ONU para la seguridad vial). Elucubrando...
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