lunes, 5 de junio de 2017

Lewis, yo te invoco


Ya decía Carl Sagan que somos polvo de estrellas, aunque al científico neoyorkino se le olvidó pronunciar la palabra «fugaces».

Sí, somos estrellas fugaces, tan efímeras que nuestra luz dura lo que el interés de quien nos mira. Así las cosas, Lewis resultaba interesante mientras parecía magnífico, indestructible, un velocirraptor cuya hambre daba dentellas a un Nico a quien su equipo mantenía sujeto por vaya usted a saber qué collares.

Lo jodido resulta encontrarle el atractivo ahora. Ahora que hemos terminado un patético Gran Premio de Mónaco. Ahora que Sebastian ha aumentado su ventaja. Ahora, en definitiva, cuando el reloj nos susurra al oído que seguramente pasará desapercibido dar la espalda al as británico o sembrar de dudas su actualidad...

Hace años que no asistimos a milagros en la Fórmula 1 y entiendo que se nos ha olvidado su sabor y que es eso lo que nos ocurre, pero no puedo dejar pasar la oportunidad de recordar que los que sacaban pecho por Hamilton entre 2014 y 2016, son los mismos que no saben a qué agarrarse en momentos aparentemente tan complicados.

Él no ha cambiado, desde luego, así que doy por seguro que lo que sucede es que nadar contra corriente sigue siendo tan complicado como en 2009, momento en que firmé las paces con este fenómeno. 

El mencionado, el gallito de pelea al que va dedicada esta entrada, es el morenín de mi madre, el mierda de Joserra y Jordi, entre otros, mi hijoputilla; pero para mí, como en el caso de mi Felipe, el de Tewin es un libro abierto que puedo leer de delante hacia atrás o de atrás adelante, como prefiráis.

Lo escribí hace realtivamente poco [Lewis ha salido de caza]: no está muerto. Y aunque asumo que un mal fin de semana lo tiene cualquiera y, a colación, que no anda el horno para bollos y no estamos para poner paños tibios a cualquier gandulada, hay que reconocer que Hamilton no lleva bien esta sesión 2017. No está cómodo. Valtteri no es Nico y las cosas no se resuelven como se resolvían antes, pero de ahí a darlo por perdido con tan sólo seis pruebas disputadas, dista más que un trecho.

Salvo que Von Neumann y Nash digan lo contrario, esta temporada es un mano a mano entre Hamilton y Vettel.

Mi corazoncito tifoso tira para donde tira pero es mirar la tabla de piezas cambiadas en la unidad de potencia y que se me pare el corazón. Lewis juega con la fiabilidad de su parte y Sebastian con la susodicha en contra. Max y Daniel acabarán llegando y este pedazo de gilipuertas que se ha pasado la pretemporada entre selfies y distracciones varias, será lo único que nos quede para terminar afirmando que 2017 ha sido sobresaliente.

Creo en Lewis, lo invoco y le pido que se manifieste. Canadá parece buen territorio para que vuelva a asomar la cabeza y revalide sus credenciales ante Jackie Stewart o ante quien haga falta.

Os leo.

2 comentarios:

Aficionando dijo...

Vas a tener razón: Mercedes ha perdido un gran capital con la marcha de Rosberg.
Yo también creo, o eso espero, que Hamilton de guerra en Canadá.
También me gustaría ver a un Kimi menos sumiso. Coño, es posible que esta sea su última temporada en la F1. Estaría bien que se reivindicara y plantara cara a los que le han condenado a ser el segundón eterno.

Aficionando dijo...

Querido Jose. Sagan era un excelente divulgador, pero creo que no somos tan fugaces si la física cuántica cumple todo lo que teoriza. Somos eternos e infinitos en un universo de infinitos momentos. A saber qué estará haciendo el Orroe de un par de cientos de universos paralelos de distancia.