La última vez que los líderes de lo nuestro sufrieron de exceso de confianza fue en 2013 —al menos de manera palmaria—, cuando seguros de que la normativa que se estrenaría en 2014 iba a resultar tan rebuena de la muerte que haría falta modelos de desempate y todo, coronaron aquella sesión con un Gran Premio de Abu Dhabi que valía doble que los demás...
Bueno, un gatillazo lo tiene cualquiera, tampoco nos vamos a poner tontorrones con esta sonora ida de olla. Ahora bien, lo que sí me parece interesante recalcar en base a esta anécdota es que con este tipo de ideas por medio, el riesgo de hacer el ridículo es mayúsculo.
Deportivamente hablando, 2014 no fue una temporada equilibrada ni deslumbrante.
Mercedes AMG se proclamaba Campeona del Mundo de Constructores a falta de tres carreras, concretamente en la decimosexta cita del calendario, el Gran Premio de Rusia, y el Mundial de Pilotos tampoco estaba mucho mejor porque en la prueba siguiente, el Gran Premio de Estados Unidos, Ricciardo perdía todas sus opciones de intervenir no ya en la lucha por el título sino en la pelea por la segunda plaza...
Es decir, los 50 puntos de Abu Dhabi ya suponían una completa chorrada desde el instante mismo en que los de la anglo-germana dieron muestras de que no iban a dejar ni las migas en el plato. Y quien dice 2014 dice 2011, 2013, 2015, o 2016 por no irnos más lejos...
Bueno, a lo que voy, que me enredo. Se está barajando la posibilidad de aumentar el número de pruebas por campeonato y no deja de tener su gracia que el temita haya surgido, precisamente, cuando los chicos de la IndyCar le están recordando a Hamilton lo adecuado que es mantener la boca cerrada en según qué momentos.
Mal que queramos, nuestra Fórmula 1 es bastante previsible, no tanto por lo que argumentan desde el otro lado del charco, que ya sabéis que en estoy soy más de pilotos y mucho de pilotos, que diría don Mariano, sino porque la era de los ingenieros ha metido a nuestro deporte en un atolladero de muy complicada salida.
La falta de entrenamientos libres supone al amparo de los reglamentos que llevamos disfrutando desde 2009, que quien da primero da treintaitrés veces seguidas. El desequilibrio presupuestario y lo caro que se ha puesto participar en el negocio, origina que para verano de cada temporada, quien más y quien menos abandone su proyecto de aquella manera para concentrar sus esfuerzos en intentarlo la próxima vez. Sumemos a Charlie Whiting y a Pirelli y ¡Chas y aparezco a tu lado!, que cantaba Christina Rosenvinge, no sé si me entendéis.
Aparte de que me parece un poco excesiva la somanta de boinazos que le está cayendo al bueno de Lewis, los problemas que hacen de la Fórmula 1 un espectáculo bastante tedioso a veces, poco o nada tienen que ver con los pilotos. Pintan lo que pintan, seamos sinceros.
Así que partiendo de la base de que un calendario más amplio siempre es deseable, hay que matizar que siempre y cuando el espectáculo que ofrezca sea bueno, ya que en caso contrario, un aumento de Grandes Premios sin cambiar el resto de cosas apuntaría a que la tortura podría resultar interminable y ciertamente insoportable, incluso a que supondría una maniobra contraproducente por cuanto espantaría a más público del que se pretende fidelizar.
Por fortuna dispongo de datos que me animan a seguir pensando que Liberty no está dispuesta a mover ficha antes de haber asegurado posiciones. Hablamos hace mucho de esto y si mi escaso tiempo me deja, os prometo dedicar unas líneas a esa revolución que ya está en marcha, que no notaremos en un futuro próximo pero sí en un horizonte que tampoco está tan lejos como proponen los pesimistas de libro.
Hay que cambiar muchas cosas y los norteamericanos están en ello. Tal vez 2018 cuente con alguna carrera más pero no creo que pase de las veintiuna, y no porque no sea posible o deseable, sino, sencillamente, porque el espectáculo en manos de ingenieros no da para mucho más.
Mercedes AMG se proclamaba Campeona del Mundo de Constructores a falta de tres carreras, concretamente en la decimosexta cita del calendario, el Gran Premio de Rusia, y el Mundial de Pilotos tampoco estaba mucho mejor porque en la prueba siguiente, el Gran Premio de Estados Unidos, Ricciardo perdía todas sus opciones de intervenir no ya en la lucha por el título sino en la pelea por la segunda plaza...
Es decir, los 50 puntos de Abu Dhabi ya suponían una completa chorrada desde el instante mismo en que los de la anglo-germana dieron muestras de que no iban a dejar ni las migas en el plato. Y quien dice 2014 dice 2011, 2013, 2015, o 2016 por no irnos más lejos...
Bueno, a lo que voy, que me enredo. Se está barajando la posibilidad de aumentar el número de pruebas por campeonato y no deja de tener su gracia que el temita haya surgido, precisamente, cuando los chicos de la IndyCar le están recordando a Hamilton lo adecuado que es mantener la boca cerrada en según qué momentos.
Mal que queramos, nuestra Fórmula 1 es bastante previsible, no tanto por lo que argumentan desde el otro lado del charco, que ya sabéis que en estoy soy más de pilotos y mucho de pilotos, que diría don Mariano, sino porque la era de los ingenieros ha metido a nuestro deporte en un atolladero de muy complicada salida.
La falta de entrenamientos libres supone al amparo de los reglamentos que llevamos disfrutando desde 2009, que quien da primero da treintaitrés veces seguidas. El desequilibrio presupuestario y lo caro que se ha puesto participar en el negocio, origina que para verano de cada temporada, quien más y quien menos abandone su proyecto de aquella manera para concentrar sus esfuerzos en intentarlo la próxima vez. Sumemos a Charlie Whiting y a Pirelli y ¡Chas y aparezco a tu lado!, que cantaba Christina Rosenvinge, no sé si me entendéis.
Aparte de que me parece un poco excesiva la somanta de boinazos que le está cayendo al bueno de Lewis, los problemas que hacen de la Fórmula 1 un espectáculo bastante tedioso a veces, poco o nada tienen que ver con los pilotos. Pintan lo que pintan, seamos sinceros.
Así que partiendo de la base de que un calendario más amplio siempre es deseable, hay que matizar que siempre y cuando el espectáculo que ofrezca sea bueno, ya que en caso contrario, un aumento de Grandes Premios sin cambiar el resto de cosas apuntaría a que la tortura podría resultar interminable y ciertamente insoportable, incluso a que supondría una maniobra contraproducente por cuanto espantaría a más público del que se pretende fidelizar.
Por fortuna dispongo de datos que me animan a seguir pensando que Liberty no está dispuesta a mover ficha antes de haber asegurado posiciones. Hablamos hace mucho de esto y si mi escaso tiempo me deja, os prometo dedicar unas líneas a esa revolución que ya está en marcha, que no notaremos en un futuro próximo pero sí en un horizonte que tampoco está tan lejos como proponen los pesimistas de libro.
Hay que cambiar muchas cosas y los norteamericanos están en ello. Tal vez 2018 cuente con alguna carrera más pero no creo que pase de las veintiuna, y no porque no sea posible o deseable, sino, sencillamente, porque el espectáculo en manos de ingenieros no da para mucho más.
Os leo.
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