La definición de una época

El amor solo no vale. Hay que saber por qué amas y a qué estás dispuesto a renunciar. Qué partes del ser amado asumes como perdidas, cuáles adoptas como propias y cuáles otros supondrán una línea roja que ninguno de los dos debe traspasar...

Soy el tipo que odia a Lewis porque fui de los pocos que puse cara a sus indecencias en 2007. Llevo ese estigma grabado en la frente desde entonces, con orgullo, a pesar de que cuando empezaron a partirle la cara incluso en Gran Bretaña, también fui de los primeros en defenderlo en público. Corría 2009, la mayoría de blogs y comentarios de aquella época han desaparecido para permitir una secuencia que dice digo donde dijo Diego, o que, sencillamente, ha servido para que la historia se reescriba y que los que negaban entonces afirmen ahora todo lo contrario. 

Por fortuna para vosotros, y para mí, llevo Nürbu a cuestas y aún hoy es posible encontrarme ahí detrás, a dos millares y unas leguas de distancia. No tengo miedo a eso, ni a decir bien alto que Lewis me parece un piloto que si no existiese habría que inventarlo. En la actualidad, el mejor junto a Fernando.

Se ha aclarado la piel y se ha hecho injertos de cabello. Fuera de los circuitos juega a ser bobo, a ser un Lewis distinto, un Justin Bieber con tres títulos mundiales bajo el brazo, pero en pista, dentro del habitáculo y con el volante en las manos, sigue siendo una maldita ballesta con su dardo presto a ser disparado. No lo desestiméis porque os haríais un flaco favor. Un mal día lo tiene cualquiera, pero si hay alguien en nuestra parrilla capaz de dar la vuelta al calcetín ése es el de Tewin.

En unas horas sale a tomar por el saco de la cabeza en una ratonera como el circuito de Mónaco. Ha puesto a Ted Kravitz en un brete afirmando que si veo que no puedo estar entre los 10 primeros habrá que salvar el motor —a ver de qué amigos tira el periodista británico para da varilla a su compatriota si se retira, en el caso de que se la dé, que esa es otra—, y ya ha sembrado mosqueo sobre el buen comportamiento del vehículo de Valtteri Bottas. Todo en el mismo día.

Lo que no comprende Lewis es que puta falta le hace emular o superar los números de Ayrton Senna. Su nombre ya está inscrito en la historia de la Fórmula 1 y por derecho propio. 

Además, cuando seamos viejos y hablemos de estas cosas a nuestros nietos, seguramente recalaremos en un piloto negro y un piloto español, que no necesitaron de los números para marcar una época. 

Como los buenos amantes, ambos se buscan y rechazan como si la cosa no fuese con ellos. Hamilton pudo no querer participar en el vídeo homenaje al asturiano por sus 250 carreras en F1, puede haber parecido demasiado trivial en sus comentarios sobre la Indy 500, pero necesita medirse con el de Oviedo o no estará satisfecho. De la misma manera, Fernando acaba de joder vivo a Hamilton en cuanto a espectacularidad y exposición pública, y si el español reitera una y otra vez que le gusta la Fórmula 1, no es por otra cosa que por enfatizar que necesita vencer a Lewis. Quitarse la espinita, vamos.

Ya digo que esta época de lo nuestro se llama Hamilton vs. Alonso por muchas vueltas que le demos, y que así pasará a la historia de nuestro deporte. Entretanto, uno y otro, cada uno en lo suyo, darán lo máximo que llevan dentro. Son poetas puros, ambos escriben versos como si fuese la última cosa que hiciesen en este mundo. Esperad de ellos siempre lo mejor. Fernando en Indianápolis y Lewis en Montecarlo. Mañana va a ser un gran día, sin duda.

Os leo.