Charlie, ¡vete ya!

Me contaba ayer Guillermo Sánchez en Twitter que Liberty le está enseñando la puerta a Charlie Whiting y que se la están poniendo lo más amplia y golosa que puede porque empieza a correr prisa que el británico desaparezca del escenario.

La verdad es que no es nuevo. En las numerosas declaraciones que ha hecho Ross Brawn desde que fuera confirmado como mano derecha de Chase Carey a finales de enero pasado, se destilaba esa necesidad que tiene la norteamericana de quitar de en medio al Juez de la Horca, tan voluble como caprichoso y nocivo a la hora de comportarse de manera imparcial en las cosas que afectan al presente y futuro de la Fórmula 1.

Pero el viejo zorro sigue erre que erre y la mejor muestra de que no está dispuesto a vender barata su piel la tenemos en que Red Bull, sí, Red Bull, ha puesto en cuestión el sistema que está determinando el modelo de convergencia de prestaciones de unidades de potencia que estará vigente a partir de 2018.

De que los cuatro motoristas encajasen en un rango del 3% se ha pasado a que con tres basta, y a que en base a un algoritmo del que se ha sabido sólo recientemente, se da por buena la convergencia si la diferencia es de 3 décimas de segundo en la recta del circuito de Montmeló…

A simple vista puede dar la sensación de que la valoración tiene visos de ser bastante idónea, pero para comprender el rechazo de Milton Keynes hay que entender, previamente, que en ese modelo de laboratorio que arroja los datos tiene que existir un monoplaza virtual —similar para todos los motoristas, se supone—, que interactuará, virtualmente también, con un asfalto idealizado en base a unas características de downforce y resistencia al avance seguramente promediados, utilizando un tipo de neumático cuyas prestaciones serán las estimadas por la milanesa para el compuesto elegido.

Sois gente lista y doy por seguro que a estas alturas de la película ya habéis comprendido que existen demasiados factores virtuales y demasiadas estimaciones en lo que se ha montado Charlie, como para aceptar que de todo esto salga algo medianamente objetivo.

Y aquí estamos. Whiting afirma que en base a su algoritmo, Ferrari, Mercedes-Benz y Renault mantienen una diferencia de 3 décimas —aquí, Pirelli y sus aciertos estimando el comportamiento de sus ruedas cobran una importancia inusitada sobre la que echerá el ratito otro día—, y dice que eso es bueno y que no hay que darle más vueltas porque la convergencia se ha conseguido a pesar de que antes iban a ser los cuatro motoristas y ahora no haga falta que converja Honda. Y los de Red Bull le han contestado que ni de coña la unidad de potencia francesa que usan ellos está a esa distancia del pepinaco que utiliza Mercedes AMG.

La simple aplicación de una mínima dosis de lógica debería inclinarnos a pensar que los de la austriaca saben lo suficiente del material que impulsa sus vehículos como para que tengan más razón que Charlie en este asunto. Pero el británico de nuestra historia es más Whiting y mucho Whiting, que diría don Mariano Rajoy Brey, y, obviamente, el debate está servido.

Así que después de hablar con Guillermo y mientras disfrutaba de Fernando en el óvalo de Indianápolis, me puse a pensar en que a lo peor la puerta que le está enseñando Liberty a Charlie no le parece ni tan grande ni generosa a nuestro justiciero. 

Mal que queramos, trabar la convergencia de una manera tan poco objetiva va a atar de pies y manos a la norteamericana al menos hasta 2020, y aquí Whiting podría estar jugando a ver quién la tiene más larga por ver si rasca en el pulso algunos milloncejos extra para su jubilación.

Es una idea. Os leo.