Sin piedad

Díficiles se están poniendo las cosas. La escudería que decía aquello de que prefería ser segunda a hacer trampas como Ferrari, anda subidita de tono envuelta en rarezas que deberían estar en el punto de mira de Santiago Camacho e Iker Jiménez, y subiéndolo aún más aprovechando que su matriz invierte sólo en eventos y figuras deportivas, patrocinando atmósferas y bebiendo vientos sin soltar un duro en publicidad directa, en apariencia sin comprar a nadie, vamos.

Hace no tanto, alabé que la austriaca se quitara definitivamente la máscara de ingenuidad con la que ha mareado la perdiz de la honra deportiva mientras ganaba dos títulos consecutivos, y le di la bienvenida a este mundo de barro y fango donde nada es lo que parece, pero donde conviene no forzar las dicotomías porque se te acaba viendo el plumero.

Hace dos años largos que llevo avisando de que era el morro de los Red Bull el que flexaba. Esta misma temporada llamé inútiles y cobardes a los de la FIA por no haber tenido huevos para prohibir el ardid que ha dado a Red Bull la hegemonía desde 2010 a esta parte, enarbolando el ¡barra libre! para que una ilegalidad como la copa de un pino siguiera haciendo de las suyas en aras de un espectáculo que cada vez huele peor.

El caso es que si no hubieran ocurrido cosas como las habidas durante el G.P. de España 2011, donde una lectura creativa del reglamento en el alerón trasero del 150th Italia de Ferrari, fue prohibida de forma preventiva para que a la semana siguiente a la carrera una nueva norma diera el asunto por zanjado, podría incluso tragar con la buena fe de toda esta gente, pero leyendo a la FIA declarar legal el nuevo tour de force salido de Milton Keynes, sólo me queda señalar con el dedo la poca vergüenza de los que perseveran en utilizar atajos y los que lo consienten, ya que ellos solitos, sin encomendarse a Dios ni al diablo, son los que han manchado de porquería los títulos 2010, 2011 y si el Altísimo no lo remedia, también el de 2012, cargándose de paso la aureola de matarécords que rodea a Sebastian Vettel, ya que ha quedado erradicada definitivamente la duda de si era bueno el alemán o le hacía bueno su coche.

Así las cosas, Austin se despereza para ponerse en pie esta tarde, hora mediterránea, y solo cabe enseñar los dientes y ponerse farruco dejándose de lindezas, gritando ¡sin piedad porque ya no nos queda!, y aceptar que si Red Bull juega con cartas marcadas, con cuatro coches en pista y un artilugio que no convence ni a los más incautos, habrá que joderles donde más duele, en la calificación, contando para ello con McLaren o con la Virgen de Covadonga si es necesario, y de paso dejarnos de tanta chorrada sobre si Ferrari cuenta con los mejores aerodinamicistas o debería contratar a otros, porque visto lo visto, ni hay que ir tan lejos ni gastar mucho dinero para pillar tramposos de pelo en pecho.

Os leo.