martes, 20 de abril de 2021

Hormigón armado


Siento en el alma no tener nada que decir sobre la posible creación de la Superliga de fútbol, básicamente porque todos estos movimientos salvadores del deporte profesional, sea éste el que sea, suelen llevar dinamita en las entrañas y están rodeados de toneladas de alpiste para que piquemos como gorriones que serán sacrificados en el altar del dinero.

En realidad, pienso que bastante tengo con lo nuestro como para meterme en otros berengenales, ya que la Fórmula 1 también huye hacia adelante y produce monstruos a su paso...

Acabamos de dejar atrás una carrera que habría perdido quintales de emoción si en vez de sobre un Enzo y Dino Ferrari a la vieja usanza, con sus trampas de verde y grava, se hubiese celebrado sobre un Imola a lo Paul Ricard. Ni la lluvia ni el agua sobre la pista, ni el asfalto mojado, saben igual cuando no existe riesgo al salirse. George Russell habría adelantado sin problemas a Vallteri Bottas, Lewis Hamilton seguramente habría podido enderezar su vehículo sin obligar a Michael Masi a abandonar su torrecita de marfil para explicarnos por qué la maniobra de retorno del británico fue segura y no entrañó peligro... Bueno, ya me entendéis.

Y el caso es que, echando cuentas, la nueva normalidad que nos propone Liberty Media lleva una extraña derrota que merece echar unas líneas, ya que de los cuatro nuevos trazados que han surgido bajo el paraguas de el mandato de la norteamericana, sólo uno es convencional aunque el hormigón le ha quitado parte de su magia. Zolder queda así huerfanito entre titanes como el de Hanoi —algún día se estrenará, digo yo—, Qiddiyah y ahora Miami, callejeros de toda la vida, diseñados a partir de las servidumbres que obliga el urbanismo.

Tampoco nos equivoquemos. Mugello, el propio Imola, Istambul Park, y aunque más moderno, Portimao, han sido llamados a formar parte del coro como simples recambios a cuenta de los destrozos provocados en sus filas por la pandemia de coronavirus, lo que nos deja un poco con el culo al aire porque es más que seguro que los tres primeros desaparezcan del mapa como surgieron y a nosotros nos quedará un puñado de buenos recuerdos, eso sí, ligados a buenas carreras donde los errores se pagaban caro o daban espectáculo.

Os leo.

1 comentario:

Erathor dijo...

Es una lástima que, para que los medios vean a un pilotazo como Norris se necesite un circuito que te obligue a ir con media rueda en el piano y media en el césped para sacar un tiempo.

La espectacularidad que gana el campeonato con algo tan simple. Moverse al filo de la navaja, a medio centímetro de un trompo seguro.

Hay un circuito que echo mucho de menos:
Nurburgring.

El antiguo es lo que es pero el moderno era muy especial. Chicanes en rasante ciegas, bajadas seguidas de paella, esas cosas con las que acertaron en el circuito de las Américas o el ya abandonado Sepang, por ejemplo.

En el simulador con coches de touring era una delicia. En mojado, un acto de fe.

¿Como será con una bestia de verdad?