jueves, 4 de junio de 2020

Sleeping on the Blacktop


Ha quedado una hermosa tarde para echar unas letras sobre ese Michael que tratan de ocultar las modernas corrientes de lo conveniente, lo equidistante y lo políticamente correcto

Hoy, desgraciadamente, te buscas un lío si andas por ahí diciendo que adoras a un hijueputa o que perderías el culo por tomarte unas cervezas con un cabronazo de tomo y lomo, y poca gente entiende que la vida está repleta de contradicciones. En cambio, los vasallos del Reino de los necios lo tienen claro: nada de ángulos opuestos o miradas poliédricas, si hay pánico a observar las cosas como son, por mera supervivencia será mejor acomodarlas a una realidad alternativa pasando previamente la garlopa y la lija a cuanta arista encuentran a su paso.

El Kaiser hace aquí de víctima de libro. Os cuento: acostumbrados a la leche entera de brik difícilmente aguantaría nuestro estómago una recién ordeñada de la ubre de la vaca. En mis tiempos mozos tomaba de ésa. Nos la bajaban directamente del caserío a casa con las lecheras a lomos de una burrilla, y la tomábamos recién hervida, y daba para que la nata fuese extendida sobre un trozo de pan, manjar que, con un poco de azúcar espolvoreada encima, sabía a gloria bendita...

Hoy hierves la leche entera de marras y lo más que consigues es que del litro que has puesto en la cazuela te salgan ochocientos o novecientos centímetros cúbicos del mismo líquido, tal vez algo más denso, pero leche entera de las de ahora. Ahorras en pan y azúcar, obvio, y la molestia del paso por el fuego, pero no resulta lo mismo, que es a lo que vamos, porque el Michael Schumacher auténtico ya no es digerible por las nuevas generaciones —produce acidez—, y éstas han preferido ajustarlo a los nuevos tiempos y las nuevas corrientes de opinión, desvirtuándolo, en una palabra, y ya no le levantó la novia a Heinz-Harald Frentzen ni sacó de sus casillas a Ayrton Senna, ni fue un guarro de película porque su prioridad era ganar a toda costa, ya que a animal de carreras le han ganado pocos.

Y el caso es que el heptacampeón mundial sigue demostrando, todavía hoy, que merece la pena considerarlo tal cual ha sido siempre, rebosante de luces y sombras, aceptable y rechazable, bueno y malo, grande siempre dentro de un automóvil...

Lleva desde el 29 de diciembre de 2013 manteniendo un pulso con la muerte y la parca todavía no le ha vencido. Él, que fue el primer atleta completo de nuestra disciplina. Él, que tuvo los cojonazos de sonreír por su victoria en San Marino 1994, con el cadáver de Senna todavía tibio. Él, que se fue a buscar a Coulthard en Spa-Francorchamps para meterle dos hostias. Él, que fue protagonista de lo más turbio y lo más brillante de nuestra disciplina, que aceptó estoico que Ferrari le enseñara la puerta en 2006 y que volvió al ruedo en 2010 con Mercedes GP para acabar cantando las cuarenta a una Fórmula 1 que ya entonces «consistía en poco menos que ir pisando huevos». Él, que era el primero en aceptarse, tiene que estar revolviéndose por dentro comprobando que lo que ahora gusta de su persona es lo que menos lo ha definido como ser humano y profesional del deporte.

Como la leche del cuento de más arriba, el Schumacher genuino resultaría indigesto en la actualidad, porque de un tiempo a esta parte se ha abusado de los campeones de brik, que ya viene pasteurizados de fábrica y no dan nata ni producen ardores, y nos hemos acostumbrado, claro...

#KeepPushingMichael. Os leo.

5 comentarios:

Cao Wen Toh dijo...

Nunca he sido más feliz en mi vida que cuando esa sonrisa de 1994 fue borrada por un chaval de oviedo en la mítica curva 130R once años después. Y aún así echo de menos al cabronazo. Ojalá se recupere.

Lastra dijo...

Si alguna vez he estado cerca de odiar a un piloto, ese ha sido el Kaiser. Desde aquella carrera en Adelaida en que de forma mafiosa se alzó campeón tras chocar su coche contra el de Hill, tras haber tocado los muros y aduciendo una pérdida de control que solo se creyeron los comisarios de la FIA.

Ni que decir tiene que cuando le descalificaron años después en Jerez por intentar repetir la maniobra sin éxito, la goce a lo grande. Pero después de eso no tuve más remedio que rendirme a su tesón y su animalidad competitiva durante su época de gloria en Ferrari. Hasta que llegó mi paisano y le jubiló, que él no quería irse, ganándole un campeonato en el que los de Maranello se quedaron en bragas con el monoplaza y otro más con mucha suerte y luchando contra las malas artes de la maFIA.

Desde luego, quienes ahora vengan a santificar a este caimán, superviviente de mil batallas y aún en la brecha, es que no tienen ni pajolera idea de quién fue en su momento álgido.

Saludos.

Anónimo dijo...

Fantástica entrada... Un aplauso!

Esta es para @LeoF1_ del Twitter. Si existera un tergiversador serial de referencia, sería él.

Con la debacle de Vettel, ahora va silencioso. Su nueva fijación es Lobato y Fernando Alonso.

pocascanas dijo...

Me viene a la mente un año que sacó a Montoya en la primera curva de Imola, y cuando éste le fue a reprochar después de la carrera, le contestó: "Por ahí no se puede pasar!..."
Así era él, ultracompetitivo y certero.

Saludos desde el Coño Sur

Unknown dijo...

Y que me dicen de cuando ya en Mercedes casi empotra contra el muro a un pobre Barrichelo que casi no se lo creia. Ahi se quedo calvo el brasileño.
Es verdad que con el mensaje corporativo de la FIA y los pilotos de babero que tenemos, se ha perdido mucho del encanto mas puro, con nata de 1cm de grosor, que podemos ver en videos de carreras del siglo pasado. La era hibrida ha castrado la F1.