lunes, 29 de junio de 2020

Una caca pinchada en un palo


Imagino que estábais todo agobiados esperando qué iba a escribir sobre la ocurrencia que ha tenido Mercedes AMG de apuntarse al carro de la lucha contra el racismo pero sólo con la puntita, y ya, relajaros e id a cenar tranquilos, porque, efectivamente, me veo impelido por los acontecimientos a echar el ratito sobre una preciosa librea que huele a marketing por los cuatro costados.

Un rápido vistazo a cualquiera de los observatorios internacionales que se dedican a puntualizar las mil y una maneras de racismo que existen en la actualidad y señalan a sus víctimas, ofrece una primera perspectiva en la que el negro no es representativo de nada ya que, cuantitativamente hablando, existen más etnias de diferente color a éste que sufren el racismo en propias carnes y en pleno siglo XXI, hoy, para que nos entendamos.

Mira que me tiraba más hablar esta noche del Tigris como sustitutivo de Cuenca, pero si hay que decir que los de la estrella de tres puntas son gilipollas del culo por seguir la corriente a Lewis, pues se dice y no pasa nada, al menos eso creo, que lo creo de verdad.

Mercedes-Benz tiene un historial que no le debería permitir cagarla monstruosamente con estas cosas. ¿Vas contra el racismo? Perfecto. Anuncias que tus coches jamás pisarán el Gran Premio de los USA y quedas como Dios, porque en el mismo paquete metes, también, a los nativos norteamericanos que viven ahora en reservas, a los chicanos y espaldas mojadas, a los morenitos de hispanoamérica, a los árabes, magrebíes y pakistaníes, a los asiáticos del submundo y, en general, a todo lo que no huela a blanco en el país de los blancos por antonomasia. No vas a vender allí en tu puta vida un coche que lleve la estrella de tres puntas como distintivo, pero al menos haces algo por la mejora de la raza humana.

Vestir tus monoplazas de negro base y poner en chiquitito End Racism en el arco del Halo resulta moñas, muy moñas; ridículo cuando pretendes liderar un movimiento o apropiártelo. Y es que sólo nos faltaba una banda de imbéciles con un cortito al frente haciendo de defensores de la Humanidad.

Lo dije en mi última reflexión dedicada al Hamilton agitaconciencias: «el problema [Floyd] es endémico y va más allá de afirmar o negar que buscas justicia» [Lewis con la puntita], pero cuando no tienes ni puta idea de qué va la historia pero quieres aprovechar comercialmente que tu piloto estrella está de subidón mediático, te sale un vehículo precioso que, en el fondo, delata lo limitadito que eres.

Os leo.

4 comentarios:

Ale Trinidad dijo...

Qué alivio. Qué reconfortante es leer esta opinión. Y no siento que tu texto quiera generar polémica, sino que simplemente describe esta realidad dictada desde las redes sociales. Mercedes ahora y Hamilton antes, se apuntan a causas que en origen parecen ser nobles pero donde todos tratan de subirse al tren de lo cool. No es la primera ni será la última vez que el mundo progre piense que puede cambiar el mundo desde un hashtag o, como en este caso, pintando un auto de negro.
Tanto esta movida como la de los arcoiris en todos los coches me parecen hipócritas y oportunistas, tratando de ganar simpatías de públicos que en su vida asistirán a una carrera de F1, y queriendo seducir a patrocinadores que apuntan a nuevos modelos de negocio, no a una competencia de bólidos sedientos de jugo de dinosaurio con pilas recargables como nuestra querida F1.

Lastra dijo...

Y a los españolitos, Maestro, como bien pudo comprobar un malagueño llamado Antonio Banderas cuando en una junta comunitaria se enteró de que él no era blanco, o sea Wasp.

En fin, el soplagaitas de luisito se nos ha venido arriba y con un poco de suerte un tulipán con más hambre que Carpanta le podrá birlar el entorchado en el año de la peste.

Saludos.

karatecla dijo...

Me interesa más el estado de Zanardi que el color del Mercedes.

matador dijo...

Hola,

Pues la verdad es que el Merche, en negro queda muy bonito, me gusta mucho el diseño. Podían argumentar que ahora hace juego con el color de ojos de su piloto estrella, pero la escusa del fin del racismo, en una compañía en el que sólo el 3% de sus empleados no son blancos, suena un poco raro. Incluso, si retrocedemos unos 70 años, su historial empresarial, como el de muchas grandes empresas de capital germano, no es para sentirse demasiado orgulloso en ese aspecto...

El problema es que Hamilton es tan de cartón-piedra -entiéndase como producto de mercadotecnia y no como una definición de color alguno- que es un tipo difícil de creer y de tomarse en serio, incluso cuando participa en actividades loables. Me resulta difícil discernir cuando aparece por conciencia social, o cuando está reclamando la atención mediática que sus paisanos le brindan desde que blandió un volante pagado por el Tito Ron.

El otro día hablaba de que él era el primer campeón del mundo de clase humilde, luego matizado, añadiendo el calificativo referente a su tono de piel. Y muchos recordaron los inicios como mecánico de Fangio, la casa hipotecada de Mansell, el trabajo de mecánico de Karts de Rolf Schumacher, o las horas de sueño al volante del papá de Alonso para que el rapaz pudiera competir los fines de semana en Italia, y llegaran ambos el lunes por la mañana a sus obligaciones laborales/escolares en Oviedo. Quizás yo soy un poco retorcido, o tengo a Lewis atravesado, pero, qué hubiera pasado si Hamilton no hubiera tenido un padre caribeño, y sus progenitores hubieran sido los dos oriundos de Birmingham?.

En los últimos años, hemos visto los esfuerzos de la F1 y de Tito Bernie por incluir mujeres en los equipos, y tenemos los ejemplos de Tatiana Calderón, Milka Duno, Katherine Lenge, Susie Wolf, María de Villota o Carmen Jordan muy cercanos. Alguno de estos ejemplos, de méritos automovilísticos muy discutibles. Ron Dennis, del cual no conozco bien sus acciones filantrópicas, apadrinó a Lewis desde el Kart, procurándole todo el apoyo necesario para su ascenso a la F1. Resulta curiosa la comparación en impacto mediático en las Islas entre Hamilton y Button, empatados a campeonatos hasta 2014. Y ya que hablamos de los British Media, no está demás recordar la temporada 2007 en la que Lewis acabó empatado a puntos como subcampeón con otro piloto del que escudriñaba la telemetría y copiaba los reglajes, y que recibió sanciones inexplicables deportivamente, como la del GP. de Hungría, mientras el joven británico recibía inestimables colaboraciones de comisarios y gruistas cuando se salía a la grava...

Toda esta perífrasis para argumentar que, quizás, y en mi opinión, Hamilton, siendo un magnífico piloto, sea un campeón producto de la discriminación positiva en el deporte. Celebro que remueva conciencias, pero, de algunos, lecciones, las justas.

Salu2!