martes, 16 de julio de 2019

¿Dónde está el límite? [22-06-2019]


Hace prácticamente un mes escribía en mi espacio en TercerEquipo (Monkey Seat) sobre la que venía siendo entonces la canción del verano. Bueno, había gente que no sabía donde estaba el límite, y aunque sé perfectamente dónde está y no me guste nada el paquete de reglas que tenemos en Fórmula 1, tocaba recordar que mientras la Normativa Deportiva no se retoque ése es el límite para todos, incluso contando con que Charlie Whiting haya hecho de su capa un sayo con él... exclusivamente con algunos de los integrantes de la parrilla.


Pasando por alto que me produce bastante pena que haya quien todavía se esté preguntando ¿dónde está el límite?, me gustaría echar unas líneas aprovechando que la FIA ha desestimado la revisión de la sanción impuesta a Sebastian Vettel durante el pasado Gran Premio de Canadá.

Tampoco quiero espesarme con el asunto en cuestión. Se ha escrito mucho, tal vez demasiado, e incluso se han cometido algunos excesos comparando nuestra actualidad, donde el Reglamento Deportivo es un exhaustivo catálogo de cosas que no se pueden hacer y situaciones que no se han de dar, con épocas en que las reglas eran poco menos que un código entre caballeros, que si requería de la intervención de la Federación era por circunstancias flagrantes o mayores, muy mayores.

El recurso a nuestra historia es facilón pero también un bombón envenenado. Ni los coches eran iguales ni los equipos ni los pilotos actuaban igual que ahora. Obviamente disponían de infinito más margen, pero precisamente por evitar situaciones engorrosas, tendentes a la subjetividad o de difícil valoración, la Normativa Deportiva ha ido creciendo en volumen año tras año, hasta configurar un amplio corsé que ha sido asimilado como propio por todos los intervinientes en la competición.

Es importante este punto. De la misma manera que no resulta aceptable que un equipo de fútbol salte al campo con doce jugadores dispuesto a disputar un partido, en Fórmula 1 no es de recibo que habiendo un Reglamento nos estemos preguntando ¿dónde está el límite?

Las regulaciones son el límite. Sin el marco normativo sería muy complicado gestionar la actividad, y si con él sobre la mesa se han dado muchas situaciones de arbitrariedad o de aplicación sujeta a debate, siendo honestos debemos admitir que, en conjunto, la existencia del paquete de reglas supone una garantía para todos: actores del espectáculo y espectadores.

Personalmente os diré que su peso en la competición me parece excesivo… No, no me convence, no me produce reparos admitirlo. Pero es lo consensuado y lo que tenemos, como el Halo o el Reglamento Técnico. Forma parte del deporte, su articulado son nuestras reglas de juego y me resulta muy negligente que porque en esta ocasión haya afectado a este piloto o a este otro, olvidemos que llevamos años bajo su paraguas y su rigor ha afectado a otros muchos conductores sin que nadie llegase a rasgar sus vestiduras.

¿No es perfecto? De acuerdo, totalmente de acuerdo. ¿Es manifiestamente mejorable? Sin duda, aplaudiría cualquier acción encaminada a adaptarlo a los nuevos tiempos. ¿Deberíamos cambiarlo? Sí, lo creo a pie juntillas. El show requiere más vitalidad en pista y contando con las modernas medidas de seguridad, creo que nos vendría bien y sería muy saludable algo más de manga ancha en cuanto a la rivalidad habida y posible sobre el asfalto.

Otras disciplinas también tienen Reglamento Deportivo y se han adaptado mejor a los gustos actuales. Bien podríamos mirarnos en ellas. Pero como decía hace unos párrafos, mientras  el nuestro sea el que es y no lo modifiquemos, los límites de lo que se puede hacer o no los marca la letra escrita en cada uno de sus artículos, y quien la transgreda o incumpla seguirá siendo acreedor de la sanción pertinente, se llame Lance Stroll, Robert Kubica o Sebastian Vettel, porque la Normativa es igual para todos, o debería serlo.

Bien mirado, la ocasión la pintan calva. Con lo sucedido en la vuelta 48 del Gran Premio de Canadá se ha abierto una preciosa puerta para que revisemos nuestros parámetros presentes. Liberty Media quiere más espectáculo y éste parece un buen punto de partida para modificar el actual estado de cosas, pero sin caer en estridencias ni extravagancias, ni mucho menos en populismos baratos.

El Reglamento Deportivo, con sus más y sus menos, luces y sombras, nos ha dado demasiada estabilidad y proporcionalmente muy pocos sustos, como para ahora vengamos a preguntarnos ¿dónde está el límite?

Está donde siempre ha estado: en las reglas que rigen nuestro deporte.

Os leo.

2 comentarios:

Cao Wen Toh dijo...

Se está comentando mucho que las guarradas de ciertos pilotos de hoy en día les equiparan con los corredores de antaño... ¡y una mierda! Acabo de ver la batalla entre Rene Arnoux y Gilles Villeneuve en el Gran Premio de Francia de 1979 y... Saltan chispas, sí; rozan sus neumáticos, sí. Pero ninguno echa fuera de pista a su contrincante; en ninguna de las innumerables pasadas que se hacen, en ninguna. Duros, pero no guarros. Se jugaban la vida; no como estos niñatos.

https://www.youtube.com/watch?v=QtZ0wv1I8yc

(dejo fuera de la ecuación a Lecrerc, que sí me parece respetuoso... de momento)

pocascanas dijo...

Estimado Capitán: en lo único en que disentiría es en considerar que el amplio corsé del reglamento ha sido asimilado por todos, porque la actitud de algunos pilotos denota que saben que tienen más margen que el resto de los mortales.
Bienvenida la lucha rueda a rueda, cómo no, pero limpia y dentro de los límites de la pista.
Y si estamos todos contentos y de acuerdo en esto, porqué no blanquearlo y corregir el reglamento?
Al menos yo me sentiria más tranquilo, porque incluso no habría cabida a 'manos negras' posteriores que tuerzan la balanza.
Por favor, no más marqueses y plebeyos.