martes, 21 de mayo de 2019

Niki, una buena historia


What unites people? Armies? Gold? Flags? Stories! There’s nothing in the world more powerful than a good story. Nothing can stop it. No enemy can defeat it...

Más allá del personaje edulcorado de Rush, queda el recuerdo de un Niki que no habría necesitado las toneladas de esfuerzo personal invertidas en suavizar su historia porque ésta era realmente buena, brutalmente rebosante de luces y sombras, pero en la que se desgastó intentando parecer lo que no era, atribuyéndose gestas que no protagonizó, queriendo agradar a una prensa que siempre que pudo lo desmereció y con la que francamente se llevó áspero, por decirlo en suave. A Lauda no le hacía falta pero quería lo que le daban a Hunt, y no, el Niki auténtico siempre salía a joderlo todo.

No tuvo suerte con los compañeros salvo con Alain Prost, infinitamente más patán y soso. Proporcionalmente hablando, todos le ganaron de una u otra forma ante los focos y eso era algo que él toleraba mal, y lo que resultaba peor: se le notaba.

El vienés niño rico, soberbio y arrogante, caía mal porque tenía una fe en sí mismo que no se había visto antes. Además, no era humilde, como se alaba ahora, sino egoísta y extremadamente exigente, seguramente el único camino que existe para ser el mejor. Capaz de llamar perro a Alonso y de rendirse ante el asturiano en el podio de Monza, Niki ya había encarado a Il Commendatore y pretendido que el intérprete le tradujera al padrino que su coche era una mierda mucho antes de que Alain osara llamar camión a una de las máquinas de Maranello. Cuando se dijo que no volvía a las carreras, lo hizo después de casi perder la vida en el Nordschleife, para terminar dejando plantada a Ferrari en Fuji...

Los tres títulos de Lauda apenas dicen nada de un gigante que no tenía precisamente los pies de barro. Se metía en el habitáculo, se ponía su casco rojo, y observaba. Entendía el circuito y la mentalidad de sus rivales. Llegaba a una curva y su cabeza estaba en la siguiente o en la otra de más allá, y tomaba los ápices como si fuese el primer querubín sobre la Tierra, con las alas desplegadas y fluyendo en el aire, en vuelo bajo, siempre de caza. Marlene le había dado un beso o le había cogido la mano, y Andreas Nikolaus se sentía el rey del universo porque en cierto modo lo era. El mejor de su generación. Limpio, suave aunque entendiera su monoplaza con el culo (literal). Sólo había un Niki y le temían incluso cuando fichó con Bernie Ecclestone para Brabham.

Se fue, volvió y la prensa lo recibió con los brazos abiertos, es un decir, tildándole de buscaperras y llamándole cualquier cosa menos bonito, pero acabó imponiéndose en 1984 por medio punto para retirarse definitivamente al año siguiente, y retornar, temporadas después, tras una aventura con amiguetes árabes que Ernesto os contaría sin empalagos, que lo convirtió en propietario en parte de la escudería reina de nuestra actual Fórmula 1.

Bernie le ha dedicado unas emotivas palabras que merecen ser escuchadas una y otra vez, porque Niki, ante todo, es la cultura de la Fórmula 1: un hombre de negocios metido a ser uno de los mejores pilotos que hemos tenido. El vienés era en vida un bocachancla adorable, al que perdonábamos todo, pero lo mejor es que ahora estará disfrutando siendo el protagonista, comprobando cómo, a pesar de sus esfuerzos, la historia lo ha acabado recordando por ser una de las cinco leyendas que comparten espacio con Juan Manuel Fangio. Creadores, maestros, únicos en su especie.

Buscamos el reconocimiento, el respeto, pero ¿qué une a la gente? ¿Ejércitos, oro? ¿Banderas...? ¡La narración! No hay nada más poderoso en el mundo que una buena historia. Nada puede pararla, ningún enemigo puede derrotarla...

Os leo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Efectivamente, yo también estoy hasta los huevos de la cantidad de chorradas que estoy teniendo que oír acerca de Niki Lauda, acabo de escuchar en Movistar que era "la cara siempre amable de Mercedes", pero de quien leches están hablando, Niki no fue amable en su vida, salvo que tuviera una buena razón para ello, generalmente económica. Y que nadie se equivoque, he sido fan de Niki desde que recuerdo, en 1984 cuando cumplía 13 años me regalaron “Niki Lauda, un campeón indomable” de Peter Lanz, biografía autorizada de Niki, y aquí ya aparecía como lo que era, un cabrón de mucho cuidado, y lo digo con admiración. Todo en pos de una pasión, le flipaban los coches, y conducir, un tio que se levantaba de madrugada para hacer de conductor auxiliar de camiones. Fué el primer piloto moderno, su huida hacia adelante pidiendo un credito tras otro, apoyado en su apellido, que iba pagando con los premios que ganaba (os suena lo de piloto de pago), despues de cada carrera llamaba a periodistas para hacerles la cronica y asegurarse de que publicaran su nombre (marketing), el primero en tener fisioterapeuta personal (preparación física), la pasta que le saco a Enzo como venganza por su despido de la Ferrari etc. Un piloto, analítico, calculador y egoista. Un talento sublime, un estilo fino. Un auténtico fuera de serie, sólo Prost ha estado a su altura, y hoy en día el piloto más parecido que existe es Alonso, como decía Lauda, “Alonso es un egocentrico” no te jode, si lo sabrá él, que siempre iba a lo suyo… Bueno, lo dejo ya, en esta epoca en la que existe aversión a la verdad, estaría bien que empezaramos a imitar a Niki Lauda en decir la puta verdad. Por cierto, lo de Hamilton… si lo viera Lauda le daría la risa, bullshit.