sábado, 23 de marzo de 2019

Ferrari, 1949 [#24LeMans 17]


Pudo haberse celebrado un año antes, en 1948, pero el Automobile Club de L'Ouest (ACO) prefirió retrasar el relanzamiento de las 24 Horas hasta el siguiente, 1949, con el fin de garantizar que la Francia ocupada y la recuperación de terreno y paso de las fuerzas aliadas, sólo supusiesen un triste y desafortunado recuerdo de la II Guerra Mundial en los territorios y áreas aledañas del Département Sarthe.

Francia buscaba de nuevo resarcirse de sus numerosas heridas apoyándose en los espectáculos para masas, y sin duda, la carrera a jornada completa en La Sarthe era uno de los más esperados por un público que necesitaba urgentemente volver a la normalidad, y sentirla. Las autoridades habían apoyado el retorno conscientes de lo que suponía la prueba para Le Mans y su entorno, pero los daños de la guerra eran extensos y precisaban de mucho tiempo para cicatrizar, y al final, sería 1949 el momento idóneo...

Así las cosas, cuatro años después de la finalización del conflicto, diez desde la última edición, el circuito de La Sarthe abría sus puertas para continuar escribiendo la historia cuya primera letra fue dibujada en 1923.

Había numerosos peros, y quizá el más relevante para lo que nos ocupa es que Italia y Alemania, integrantes de El Eje, tenían prohibido participar en competiciones internacionales. La salvedad para el país transalpino caducaba en 1949, en 1950 para el germano, pero Enzo Ferrari consigue sortear las directrices alineando dos unidades 166MM bajo pabellón británico y francés, Lord Selsdon y Jacques Plisson, respectivamente, lo que supuso a la postre una meritoria y grandísima idea.

Pero no adelantemos acontecimientos. El ACO era plenamente consciente de sus debilidades y a primeros de 1949 logra que el gobierno de la nación se implique especialmente en asegurar el éxito de la carrera. Una cosa era disponer de un trazado nuevo, recién asfaltado en parte de su recorrido, limpio de bombas sin estallar y las peligrosas minas anti carros blindados, y otra, bien diferente, que los perímetros resultasen seguros para el público que se iba a congregar así como para los participantes. París mueve al ejército y entre inicios de febrero y finales de marzo la gigantesca área que ocupa el circuito queda absolutamente limpia, y sólo entonces L'Automobile Club de L'Ouest anuncia la decimoséptima cita en Le Mans, llamada a la que responderán más de 100 pretendientes a la victoria final.

La guerra había dejado secuelas más allá de lo evidente. Muchas fábricas habían sufrido los rigores del conflicto, por ejemplo, y el combustible y el aceite eran escasos y caros y, en consecuencia, la organización modificaba el reglamento con la intención de bonificar y promover las plataformas más económicas con estos aspectos. El resultado fue que de los 100 candidatos iniciales, el número se reducía a 72 simplemente aplicando criterios técnicos, de los que, el sábado 25 de junio, únicamente verán el banderazo inicial 49 de los 53 que estaban en nómina como seguros, ya que cuatro de estos causaban baja por diferentes razones.

Los Delahaye presentes marcan el ritmo durante la primera hora, detrás, Ferrari, una Ferrari bajo pabellón britànico y con Luigi Chinetti disputando la prueba con pasaporte norteamericano. Hay dos españoles embarcados en la aventura: Juan Jover y Francisco Godia, Paco, pero esto queda para el anecdotario porque para qué vamos a levantar ampollitas...

Aquel fin de semana de hace ahora casi setenta años resultó bastante caluroso y, lógicamente, esto terminó afectando a las mecánicas. Sin embargo, Las Ferrari aguantaban el trallazo con Dreyfus como comandante en jefe conduciendo su unidad dorsal número 23, inmediatamente delante del otro 166MM, el 22. La tarde del sábado transcurre de manera vertiginosa. Entonces, todo indica que la carrera va a ser un pulso entre Delahaye y Ferrari...

Pero alrededor de las once de la noche los dos coches franceses han claudicado por diferentes causas. El 175S de Chabaud sufre un problema eléctrico sobre las diez, y tiempo después, con el radiador el de André Simon. Ferrari, con Chinetti liderando la carrera, se postula para dominar Le Mans durante las horas de oscuridad, en dura pelea con el otro 166MM. Lord Selsdon, su coequipier, se muestra indispuesto pero así y todo sigue al volante en sus relevos. El 23 ve oportunidad y ataca, pero Dreyfus mide mal el sorpasso a unos doblados y muerde escapatoria después de Maison Blanche, dejando su coche inservible, hundiéndolo en la general para terminar abandonando antes de concluir el giro 54.

El Ferrari 22 se protege y el equipo Lord Selsdon se prepara para la victoria bajando el ritmo. La ventaja parece holgada pero podría diluirse en cualquier momento. Su único rival: el Talbot-Lago Monoplace Décalée dorsal número 2, con el que alterna posiciones hasta las cuatro de la madrugada, más o menos, cuando la plataforma francesa termina por tirar la toalla... Quedan en pista tan sólo 31 vehículos.

El amanecer es territorio Ferrari. Conduce Chinetti, experto, curtido no, lo siguiente. Tras ellos, el Delage número 5 con el español Juan Jover al volante. Más allá, otro Delage D6S-3L, con Francisco Godia en el habitáculo, Paco le llaman. El 166MM sufre de su embrague y se resiente, pero aguanta, al menos lo suficiente como para comprobar que las horas transcurridas también empiezan a hacer mella en sus oponentes más directos. Quedan cuatro horas por delante, un mundo en Le Mans. Sobre su asfalto discurren 24 coches, prácticamente la mitad de los que partieron.

El Delage remonta y comienza a recortar distancia. El público ruge. Una victoria de un coche francés en la edición del retorno sería el no va más, pero la Ferrari no está dispuesta a vender barata su piel. Chinetti, aunque corriendo bajo pabellón norteamericano, es italiano de pura cepa y no cederá hasta que su coche diga basta, incluso amarrando en las entrañas el dolor de saber que Maréchal (Aston Martin) casi había perdido la vida —la perdería definitivamente el lunes 27—, cuando la historia estaba a punto de concluir...

Las 24 Horas, Le Mans, sobrevivir por encima de las posibilidades de cualquier ser humano y de cualquier herramienta. Chinetti lidera a media hora del final sobre un coche bastardo que ha pasado los controles y las normativas, que acabará firmando una de las gestas que han hecho grande a Ferrari lejos de los circuitos de Fórmula 1. Será la tercera en su cuenta personal, pero ésta va en tono doliente, sufriendo, al gusto de un Commendatore que ya se oculta detrás de unas gafas oscuras, de pasta, que sonríe como un chiquillo porque su nombre va a ser recordado por los tiempos de los tiempos precisamente por estas minucias.

Vence el pequeño 166MM, un V12 con cilindrada de 2 litros, tripulado por Luigi Chinetti y Lord Selsdon. Ha recorrido 235 vueltas completas a La Sarthe. Tras él, con vuelta perdida, el Delage D6S-3L de Henri Louveau y Juan Jover. En tercera posición, el Frazer Nash High Speed Le Mans Replica de Aldington y Culpan, y algo más lejos, en la cuarta plaza, con 212 giros, el Delage D6S-3L de Louis Gérard y Paco Godia.

Os leo.

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