lunes, 25 de marzo de 2019

El sermón del fuego


No existen fotos de Gilles sobre su 126 C2 en Mónaco porque Zolder era la cita anterior a la prueba en El Principado...

Allí, en Bélgica, perdió la vida el hombre al que el ferrarismo debería mirar cuando se lame las heridas o cuando siente que el tiempo empeorará al caer la tarde. A Michael no, a Gilles, porque él, mejor que el alemán, sintetiza lo que significa Ferrari...

No pudimos verlo en aquella caótica carrera en Montecarlo, que en sus últimas vueltas tuvo hasta cinco pretendientes diferentes a una victoria que acabó cazando para sí un Patrese al que todos daban por perdido. Gilles, de haberla podido disputar, habría demostrado una vez más por qué pilotaba para Maranello, por qué era el chiquillo de Il Padrino y por qué éste (dicen), quiso bajarle los humos en San Marino permitiendo a Pironi su felonía... O no, quién puede saberlo ahora. A lo peor el canadiense había acabado tempranamente contra las protecciones, o a tres ruedas, o con medio auto a sus espaldas.

A Villeneuve no le amilanaba saberse un segundo menos rápido que los rivales o no disponer de un misil al que subirse. Él estaba allí para poner el resto, para demostrar que cuando uno viste de rosso lleva la manada detrás, empujando, confiando; sabiendo que si por un azar no es posible, al menos se intentará...

Los que nunca tuvieron oportunidad de disfrutarlo han elegido otros héroes y es comprensible que estas líneas les suenen a lejos. Piden a Vettel que se mire en Schumacher pero yerran el tiro. Aquiles el mirmidón tuvo su réplica en un niño de Saint-Jean-sur-Richelieu al que lloré un lejano 8 de mayo porque, hasta en sus últimos instantes sobre la Tierra, prefirió ser él el fuego y llevar su Ferrari más y más lejos, incluso donde no se podía.

We are the hollow men
We are the stuffed men
Leaning together
Headpiece filled with straw. Alas!
Our dried voices, when
We whisper together
Are quiet and meaningless
As wind in dry grass
Or rats' feet over broken glass
In our dry cellar...

Os leo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tranquilo Agamenón, serás recordado. Pero no como quisieras. La gloria es para los heroicos.

Lo intuyes. Y te jode un huevo.

Cao Wen Toh dijo...

Muchas gracias, Jose, por llevarnos a lugares inesperados, ásperos, pero bellos como el desierto.

http://lasesquinasdeldia.blogspot.com/2011/07/hollow-men-los-hombres-huecos-1925-de-t.html