La lencería también cuenta

Vaya por delante que he elegido el título de esta entrada como podía haberme decantado por utilizar «Los gayumbos son pura poesía» o «Entre boxer y tangas de leopardo está la cosa». El caso es que vamos a hablar del interior de los monoplazas y uno tiene sus inclinaciones y... bueno, pues eso.

Y sí, vamos a echar el ratito sobre la parte que no se ve de los vehículos porque a la postre, por secreta y desconocida, es tanto o más interesante que la exterior, porque venimos de darnos el tute con la importancia del calor en la aerodinámica actual [Calor'09], y porque en breve trataré de explicar cómo sin el bendito alerón delantero en Fórmula 1, nos somos nada, pero nada de nada.

Soy consciente de que la montaña está plagada de sabios, así que quiero recordaros que mi desempeño aquí consiste en que yo os cuento mis cositas como si fuéseis seres inteligentes, con mucho romanticismo, y luego, ya si eso, os doy mi bendición para que vayáis donde los rigurosos a que os digan lo complicado que resulta todo y lo difícil que es entender nuestro deporte sin tener tres doctorados y media docena de masters, o acaso, que no podéis hablar de él si no habéis trabajado al menos 10 años en una escudería.

En fin, con vuestro permiso vamos al lío.

Desconociendo los valores térmicos que afectan al suelo del vehículo —y su posición e intensidad exacta—, o aquellos otros que surgen de su interior a través de los agujeros de la zaga, así como las direcciones de giro del aire y mil y una otra mandangas, lo normal para no meter la pata y dar el cante en público es que se expliquen las cosas del fondo plano y el difusor como si otras circunstancias no intervinieran, que intervienen.

Por ejemplo, un escape a plena potencia (de motor, se entiende), expele los humos y el calor correspondiente a una velocidad cercana a los 400 kilómetros por hora, 100 más de lo que alcanza a correr el coche propiamente dicho, con un empuje que no he conseguido descifrar todavía. ¿Cómo no va a interaccionar esta corriente rapidísima con todo lo que sucede alrededor del difusor y alerón trasero? ¿Cómo no va a tirar del aire que circunda la carrocería por arriba, por los laterales y por abajo, y por supuesto, del que atraviesa las aberturas de aireación de los pontones y se derrama detrás...?

A lo que vamos. Lo bueno de la aerodinámica en Fórmula 1 es que es envolvente. Todo afecta a todo. En este sentido, la disposición de los volúmenes internos es una tarea colosal, de chinos, que se decía entonces, y el diseño de la unidad de potencia y servidores, así como de los elementos de cobertura o separación entre ellos, se mima con esmero de relojero suizo.

El aire entra por las aberturas de los pontones y antes de salir por detrás pierde energía mientras recorre una zona interna que busca que recupere una parte de lo perdido mientras genera la menor resistencia al avance posible, ya que así el vehículo logrará ir más veloz. 

Como ocurre fuera, dentro de las entrañas del monoplaza también se aplican subterfugios para que el fluido circule más rápido, mediante distribución, capas, elevación de temperatura, aumento o reducción de presión, o utilización de volúmenes con sección alar, etcétera, o para que adquiera determinada rotación antes de ser expulsado al exterior, porque llegado allí, y en conjunción con las formas exteriores, este aliado silencioso será capaz de generar vórtices.

Como insinuaba antes, este mundo que no vemos y no se aplica a los modelos que nos enseñan cómo funciona la aerodinámica global de un monoplaza, interviene en ella y también ayuda a ganar carreras. No es calor en sentido estricto, tampoco es alerón delantero, obviamente, pero encaja bien en esta secuencia de viñetas que estamos explorando juntos.

Espero que os haya gustado. Os leo.