El morro

Van demasiadas veces que Lewis pierde la ventaja que le otorga salir primero, como para que nos limitemos a hacer una lectura liviana de lo sucedido en los primeros metros del Gran Premio de Canadá.

Hamilton no intimida a Rosberg. Teme al alemán, pone sus ojos en él, maniobra para no dejarle espacio en vez de conseguirlo a puro huevo, de tú a tú, arreando sobre el asfalto. Juega sucio, se deja llevar por sus miedos en el Gilles Villeneuve, y Vettel encuentra el hueco que necesita para firmar una de las mejores arrancadas de la temporada. El resto ya lo sabéis, Nico tiene que inventarse una vía de escape, como ha hecho tantas veces, y de no ser por la tonta estrategia utilizada por Ferrari en sus dos coches, Mercedes AMG tendría a estas horas un serio problema, tanto con sus pilotos como en la tabla de constructores.

Y es que van dos: el Gran Premio de España y ésta, donde la falta de consistencia de Lewis cuando el semáforo deja de estar en rojo, pone en riesgo a su equipo, a uno de sus integrantes, o a los dos, como sucedió en Montmeló hace casi un mes.

Doctores tiene la iglesia, desde luego, pero a estas horas se está abundando en la retórica que atribuye a Rosberg una ñoñez angelical y al de Stevenage el arrojo de un titán, y me gustaría saber a tenor de estos supuestos, si el catecismo que hemos venido utilizando sigue valiendo o hay otro que lo sustituirá en próximas fechas. 

Si el equipo es lo primero y la Fórmula 1 es un deporte de equipo, ¿qué coño le estamos recriminando a Nico? ¿Dónde le recomendaríamos que se hubiese metido ayer? ¿Qué actitud era la correcta:  dejarse pasar por la cara, ceder una ventaja que había obtenido arrancando mejor que su compañero de colores?

El británico se disculpa diciendo que hace unas horas se le fue el morro de su W07, pero se le ha ido tantas veces desde que montara la de Dios es Cristo en Bélgica 2014, cuando sucedió que era Nico a quien se le fue el de su W05, que la cosa no cuela. En aquel entonces, según Hamilton el alemán jugaba sucio, buscaba el golpe, intimidar al rival, doblegarlo con malas artes...

Y esto es lo feo de Lewis. Su carrera de ayer domingo sólo puede llevar a que nos quitemos el sombrero, pero su salida no deja por ello de ser rematadamente mala, negligente y profundamente estúpida.

Tal vez todo esto sea sumamente beneficioso para el espectáculo, pero temer tanto al compañero como para pretender aniquilarlo con la intención de que el equipo no tenga dudas sobre quién apostar, nos retrotrae a 2007 y podría justificar perfectamente, que Mercedes AMG decida enfriar al inglés como hiciera el año pasado a partir del Gran Premio de México. Esto es un deporte de equipo, al menos hasta que tengamos nuevo catecismo.

Os leo.