Ha muerto Lou Reed, un artista al que cogí repelús porque era uno de los preferidos que tenía un socio que tuve y al que tendí la mano para que me la mordiera de mala manera. Son idioteces que tiene la vida, porque a Lou ni le iban ni le venían las cuitas que mantuve con aquel tipo que acabó haciéndome daño, aunque a cambio de aquello, confieso que guardo en mi cartuchera dos versiones de una de sus canciones que por unas razones u otras, han quedado ancladas en mi memoria.
Sin dudarlo me quedo con la pista que con el título «Perfect day» aparece en el volumen The Raven, un disco que compré en El Corte Inglés de la bilbaína calle Ercilla. Es más cálida que la otra y traslada al oído un sabor indescriptiblemente triste que me ha acompañado en no pocas noches de invierno.
¿Por qué Lou y por qué tú? Por nada, por pura coincidencia, no le demos más vueltas. Porque hoy has mordido el polvo y en la medida de mis posibilidades no he querido apartarme de tu lado y porque hace unos minutos he sabido que una de las brechas que me separan de mi pasado ha desaparecido de mi mapa del mundo. ¿Y por qué ahora...? Buena pregunta, aunque te recomendaría que no me propusieras interrogantes que sabes que no voy a responder.
Desde Spa, los dos sabíamos cómo iba a terminar esto y aunque yo he tratado de mantener la cabeza más alta que la tuya, tú y yo conocíamos de sobra que el campeonato se nos iba de las manos como al parecer a Lou se le iba la vida, sin querer admitirlo pero teniendo conciencia de que la arena seca termina deslizándose entre los dedos por mucho que aprietes el puño. Ley de vida, dicen. Ley a secas, digo. En todo caso algo ante lo cual debe uno acostumbrarse, que ya sé que nos hemos acostumbrado desde 2007, pero que no implica que alguien, tú, yo, ambos tal vez, nos sintamos algo cabreados porque en el fondo nos demuestra otra vez lo frágiles que somos.
Estoy cansado y sé que lo sabes, pero quiero agradecerte el esfuerzo que has hecho en Buddh y el pundonor que has derrochado en el circuito indio que desaparece tal día que hoy del calendario, con lo que costó levantarlo. Es una bobada, soy consciente de ello, pero me apetecía decírtelo...
Acaba de cambiar el tiempo. He salido al patio a oler la electricidad que trae el viento que bate Gorliz tras haber rolado de suroeste a noroeste, amenazando lluvia para mañana. Hay algo de tristeza que impregna el ambiente. En mis oídos Lou y en mi retina tú y tu esfuerzo en un lejano lugar que pespuntearon con palabras Rudyard Kipling, Rabindranath Tagore, y con sonidos los ágiles dedos de Ravi Shankar sobre su sitar.
Ha sido un día raro pero bueno. A perfect day.
Os leo.
2 comentarios:
La leyenda del ídolo de barro. Mark, Fernando, Lewis, Kimi, Sebastian. Sí, también Sebastian...
King Crimson
¡Últimamente no sueltas el martillo de atizar a todos los clavos! ;)
Para mi Perfect Day era una espacie de interludio que como en las pelis clásicas era un solaz en medio de la tormenta que era Trainspotting:
https://www.youtube.com/watch?v=FGCcchrDMDA
Yo elijo hacer las preguntas inadecuadas y tratar de mirar lo que queda en el margen de los caminos trillados.
¡Buscad la belleza...!
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