martes, 10 de septiembre de 2013

La cara del lobo


Hay personajes que en cuanto abren la boca sube el pan. Niki Lauda es uno de ellos, y sin dudarlo, diría que Helmut Marko es otro de esos dignos representantes del gremio de inflamadores que apagan incendios echando en ellos benzol.

Terminaba el otro día mi entrada sobre Daniel Ricciardo y su paso a Red Bull [Michibata en Milton Keynes], clamando al cielo en estos términos: «… jurazme que no se nos ha ido la olla de nuevo y que lo de Daniel va en serio. Por él, por su futuro como piloto y por todos nosotros», y han transcurrido tan sólo siete días desde aquello hasta que herr Doktor ha abierto la boca para decir a cuenta del intento de contratación de Kimi Raikkonen por Red Bull que «manejar a dos pilotos como Sebastian y Kimi no habría sido fácil. Cada uno de ellos tendría la obligación de ser el mejor.»

«Tendría la obligación de ser el mejor», tomemos esta línea de su frase y concentrémonos en ella. «Tendría la obligación de ser el mejor.» Recapacitemos ahora y pensemos después en cuál va a ser el auténtico papel del australiano Ricciardo en Milton Keynes, en el calado que tiene esa lápida y en lo que supone más allá de las promesas de igualdad para 2014 que han pregonado estos días pasados tanto Christian Horner como el propio Marko.

Hace unos jornadas, Carlos Castellá, uno de los periodistas deportivos más honestos y grandes que conozco y de cuya generosidad obtuve la oportunidad de que se me abriera hueco en su apretada agenda [#VKt-02 (Carlos Castellá)], nos contaba desde su magnífico blog [Adrian tomó una decisión] que la orden de arrinconar a Jaime Alguersuari y Sebastien Buemí a finales de 2011 fue emitida por Adrian Newey y no, como pensábamos todos, por el cabeza visible del Programa de Jóvenes Pilotos de Red Bull. El aval, Jean Alesi, mánager de Jean-Éric Vergne.

No pongo en duda ni las palabras de Carlos ni las de Jean, dos personas a las que admiro y respeto profundamente, aunque sin querer cuestiono el protagonismo de Marko, quien a la postre era el responsable de los informes a los que tenía acceso Newey sobre lo que se cocía en Toro Rosso, porque un ingeniero como Adrian, enfocado a la elevación de su creaciones, jamás habría rechazado de plano la oportunidad de contar con dos pilotos que lucharan por ser el mejor sobre la pista, de manera que arrogo al austriaco ganador de Le Mans 1971 en su referencia a Kimi, un lapsus lingue freudiano que pone de relieve una vez más, que bajo esa piel de cordero con la que se enmascara, se esconde un lobo, y que es él y no otro, quien mueve los hilos de la telaraña que es hoy en día Milton Keynes.

Cuando dos pilotos no puede luchar, o no deben, según el prisma de herr Doktor, en aras de ser los mejores, la escudería en la que militan pierde la equidistancia y deportividad que tanto pregona, y así se entiende que Mark se refiera a la similitud de su vehículo con el de Sebastian en términos de decoración y colores, que Jaime fuera arrinconado con nocturnidad y alevosía, y que Kimi no encaje porque está mayor y no ofrece recorrido. Excusas en todo caso, que lejos de beneficiar a Vettel, le perjudican. 

«Tendría la obligación de ser el mejor.» ¿Qué otra cosa se le puede pedir a un piloto?

2 comentarios:

GRING dijo...

¡Qué cosas tienes,Jose Tellaetxe!.¿Cómo no van a garantizar en RB la igualdad entre sus pilotos?.¿Estás seguro de lo que pones en la pipa?. Tanta visión transversal de la realidad es letal para la salud de las mentes simples.
;) Saludos!

J-CAR dijo...

XDDD Tampoco me pasó desapercibida la frasecita. Saqué unas conclusiones semejantes.
¿Qué te parece esta otra, también de Marko, sobre el tándem Fernando-Kimi?:
"Si funciona, el Título de Constructores será más duro para nosotros."
En el marco de lo que expones en este post da mucho juego. ;)
Por cierto, Felipe ya a anunciado en Twiter que se marcha.
¡Saludos al anfitrión y a los invitados!