La décima prueba del calendario se celebraba de nuevo sobre el estropajoso circuito magiar de Hungaroring, un trazado enclavado en un bonito paisaje pero tan pastoso y ratonero como Mónaco. Para colmo, la doble zona de DRS establecida por la FIA se insinuaba a priori como necesaria (se estrenaba en este formato) pero insolvente, ya que la recta de tribunas es relativamente corta en Hungría y la sección entre las curvas 2 y 3, demasiado pequeña para obtener resultados del artilugio aerodinámico.
Así las cosas, intentar ganar plazas durante el Gran Premio de Hungría se presentaba al menos tan complicado como en la edición del año pasado, ya que la elección de neumáticos propuesta por Pirelli (blandos y medios), aunque más suave que la inicialmente elegida, se iba a mostrar incapaz de soportar una estrategia a una parada, arriesgada en caso de optar por dos y excesivamente conservadora para tres. Pero no adelantemos acontecimientos.
Lewis Hamilton, quien había obtenido la pole la tarde anterior, partía con Sebastian Vettel de compañero en la primera línea de parrilla. Tras ellos, una incógnita llamada Romain Grosjean y el segundo hombre de Mercedes AMG, Nico Rosberg. Fernando Alonso salía quinto y llegaba en la misma posición a la primera curva tras una bonita salida en la que Grosjean y Vettel casi se tocan para beneficio del piloto británico de Mercedes, quien encarrilaba la prueba para sorprender a propios y extraños por su excelente consistencia.
Así las cosas, el primer paso por garajes se proponía como el momento en el que dilucidar las auténticas opciones de la carrera, aunque al final quedaba en nada porque para cuando todos los participantes habían cumplido su obligada entrada en boxes, Hamilton seguía delante y mostrándose terriblemente solvente, a pesar de que a sus espaldas se habían producido los inevitables rifirrafes entre los que cabe destacar el mantenido por Romain Grosjean y Sebastian Vettel alrededor de los giros 18 a 20.
A partir de la vuelta 23 de las 70 que componían la carrera, la situación cambia de escenario. La duración de los neumáticos medios en Hungaroring amenazaba sombras y cada vez estaba más claro que se va a ir a tres paradas como norma general, y que aquellos que optaran por hacer dos pasos por garajes podían rebañar unos buenos puntos.
Romain Grosjean estaba siendo sin duda el piloto de la jornada. Lewis Hamilton gobernaba con mano dura su camino hacia lo más alto del podio, sólo inquietado y a buena distancia, por el tricampeón del mundo. En este sentido, el piloto de Enstone ponía la sal y la pimienta a la carrera, aunque sus opciones se evporaban por completo cuando Dirección de Carrera le sancionaba con un drive-through por un adelantamiento a Massa en la vuelta 29 que a todas luces no merecía ningún tipo de castigo.
Sea como fuere, el Gran Premio comenzaba a estar servido a partir del giro 50. Hamilton lideraba la carrera seguido por Vettel, que sería superado por Kimi Raikkonen en el 59. El podio quedaría así, con Mark Webber terminando en cuarta posición y Fernando Alonso (quien había corrido sin suministro de agua), en quinta. En la sexta plaza aparecía un abatido Grosjean que además sería castigado posteriormente por un toque habido con Button. En la séptima, el británico de McLaren y en la octava, Felipe Massa. Con una vuelta perdida, Sergio Pérez se posicionaba en la nona y Pastor Maldonado cerraba el reparto de puntos, en la décima.
Os leo.
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