viernes, 22 de abril de 2011

1956, Juan Manuel Fangio


A pesar de que 1956 supondría el cuarto título mundial para Fangio, el tercero consecutivo desde 1954, no iba a ser un gran año para el argentino.

La retirada de Mercedes, por un lado, y la muerte de Alberto Ascari, ocurrida en mayo de 1955, y la consiguiente retirada de Lancia en señal de duelo por la pérdida del piloto milanés, por otro, marcarán el futuro inmediato del Chueco.

Giambertone, mánager de Fangio, aconseja a éste fichar por la de Maranello porque la firma italiana se ha convertido en la heredera del exitoso diseño del Lancia D50 (vehículo afinado por Ascari), y el monoplaza supone una garantía casi segura para reemplazar a los Mercedes con que Juan Manuel había triunfado en las temporadas anteriores, ahora bajo la denominación Ferrari Lancia D50.

Con sus característicos depósitos laterales, que además de equilibrar el vehículo le aportan una ventaja aerodinámica considerable, el D50 es un coche veloz, al estilo Ciccio, con el que Fangio triunfa en el G.P. de Argentina aunque reparte puntos por compartir su vehículo con Luiggi Musso. Sin olvidar su actividad en sport, disciplina en la que sigue cosechando numerosos éxitos, el arranque del mundial en Europa le supone un segundo puesto en Mónaco que preludia un episodio de agotamiento nervioso que le apartará de la competición durante un breve periodo de tiempo.

Fangio no está cómodo en Ferrari. Las desavenencias con Il Commendatore son más que palpables y pronto empieza a sentirse arrinconado. Por fortuna, repuesto, logra un cuarto puesto a su regreso, en el G.P. de Francia, y alcanza la victoria en Silverstone, encarrilando su ofensiva contra Stirling Moss, antiguo compañero en Mercedes, y amigo.

Vence en Alemania (Nürburgring). Pero en Italia, la última prueba de la sesión, el D50 del argentino sufre en exceso en los peraltes de Monza, originando que Fangio tenga que detenerse en el garaje dando prácticamente por perdidas sus opciones al título, pues Moss y su Maserati 250F lideran holgadamente la carrera.

Es en este preciso momento cuando ocurre uno de los gestos más bellos que ha acontecido en el seno de la F1. Collins, quien cuando el Chueco da todo por perdido aún conserva sus opciones intactas en el campeonato, le cede su propio vehículo por el enorme respeto que le profesa, y en la esperanza de que la fortuna le devuelva en el futuro la enorme generosidad que está tendiendo con mano abierta a su amigo, cosa que lamentablemente nunca sucederá. Fangio lleva el segundo Ferrari Lancia D50 a la estela inmediata de Stirling, y logra los 3 puntos necesarios para conseguir su cuarto título mundial y el tercero consecutivo de su vida profesional, proclamándose así como el primer piloto en ser tetracampeón del mundo de F1.

Dicen que Juan Manuel Fangio nunca disfrutó como debía de la corona conseguida en 1956 porque siempre la consideró la menos dulce.

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