Me cuentan que el pitón y la tuerca de la rueda delantera derecha del coche de Valtteri en Mónaco ya está en manos de Cuarto Milenio, para que Íker y Carmen y su equipo de espeleólogos del misterio aclaren, en la medida de sus posibilidades, claro, ¿qué coño pasó? ¿Illo, qué coño pasó...?
Si os soy sincero intuyo qué sucedió, aunque soltarlo sin envoltorio y lazo de regalo me costará algún disgusto por mucho que la mayoría de vosotros piense prácticamente lo mismo.
Imaginemos por un momento que fue así, que Wolff tenía previsto ceder terreno a Red Bull o Ferrari, unos puntos, una miaja, y que la cosa se fue de madre por tensar demasiado la cuerda. Aquí encajarían las duras palabras de Hamilton al respecto de que quien tenía que sacar conclusiones era el equipo, su equipo, ese equipo con el que siempre hace piña según el catecismo de los plumillas británicos y sus adláteres y mamporretas, porque cuando puedes ganar pero saltas al campo a perder, lo normal es que acabes haciendo el idiota y la cosa cante más que la Castafiore.
Y lo que le pasó a Bottas, bueno, un poco más de lo mismo. A la espera de saber qué confirman o rebaten en Cuarto Milenio, apostaría mis escasos bienes a que consistió en la aplicación del mítico refrán español «Tanto fue el cántaro a la fuente que al final se rompió...» Buscas perder un segundo o dos en la parada del finlandés para certificar que Mercedes AMG no es la bestia dorada de nuestro tiempo, el asunto se enreda de mala manera y finalmente haces abandonar al de Nastola.
Lo hemos dicho muchas veces en Nürbu: fingir bien, creíble, es un arte que no está al alcance de cualquiera.
Os leo.
2 comentarios:
;D ;D ;D.
Sabemos que Valtteri dejó el auto ligeramene desaliñado.
¿Habrá sido entonces por expreso pedido de Toto?
Qui lo sá.
Saludos desde el Coño Sur
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