lunes, 8 de diciembre de 2025

Gran Premio de Abu Dhabi


Tanto habíamos preparado el drama que íbamos a vivir en Abu Dhabi, que, al final, la cosa se nos pasaba de tiempo en el horno antes de llegar a Yas Marina y resultaba un carrerón, como les gusta decir a algunos, que destiló un incalificable sabor a tostón predecible, por lineal y tristón, mayormente.

A Verstappen sólo le valía ganar y esperar acontecimientos detrás. Piastri lo tenía algo más crudo, necesitaba una serie de carambolas que, obviamente, no se acabaron dando. Norris, por el contrario, tenía la papeleta del campeonato resuelta si mantenía la distancia óptima con el holandés y el australiano aunque llegaran a ver antes que él la ajedrezada...

Dicho así suena interesante y todo, pero lo cierto es que la historia se acabó a pocas vueltas del inicio. Max, desde la pole, cerró limpiamente el paso a Lando en la arrancada, se puso delante y, como decíamos en el párrafo anterior: se limitó a esperar acontecimientos, que tampoco es que hubiera mucho de dónde rascar porque el británico papaya era quien montaba la estrategia de gomas más agresiva de los dos McLaren, y resultaba descabellado pensar que no lograría terminar entre los tres primeros. Oscar, bueno, el aussie soñó por un instante que podría lograrlo y robó descaradamente la segunda plaza a su compañero, dicen que desobedeciendo algunas instrucciones previas.

En fin, Alonso puso el acento tónico en los primeros compases de la prueba tirándose a por Leclerc, pero la alegría nos duró un suspiro, pues, como advertía hace unas líneas, para el giro 6 de los 58 propuestos ya no quedaba pescado que vender en la lonja.

La cita estuvo salpimentada por algunos conejos salidos de la chistera de la FIA, pero poquito más, ya que el Gran Premio de Abu Dhabi alcanzó su mejor tono cuando Verstappen, Piastri y Norris cruzaron la meta en ese orden y comenzó el repertorio de acaecidos emotivos. Zak Brown feliz como una perdiz, la mamá de Lando llorando como una magdalena o tratando de expresar su felicidad por el logro de su pequeño, el papá siendo entrevistado, Oscar aguantando el tipo sin atisbo de cara larga, Max condescendiente con el destino, los de Sky Sports dando grititos desde la cabina de retransmisión, lo habitual cuando no ha habido tensión en pista ni focos de auténtico debate, vamos.

Y colorín, colorao. Se cumplía el guión y Lando Norris se coronaba Campeón del Mundo en Yas Marina.

Os leo.

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