Un segundo con opciones

De sobra conocéis que me vuelvo bastante huevón a comienzos de temporada. Hago tabla rasa, ayuno, rezo, me santiguo y me pongo en manos de la Esperanza —no en los de esa que estáis pensando sino en los de la virtud teologal que dice la Wiki que consiste en un estado de fe y ánimo optimista basado en la expectativa de resultados favorables. 

Me pasa como con los lances de carrera. Vengo de una cultura automovilística en la que los pilotos podían luchar con el único límite de no hacerse daño, y el tiempo, la FIA y Charlie Whiting, me han convertido en un anarconormativo de libro, y he dejado de creer en que tantas cosas que suceden en pista sean para tanto. Antes teníamos nombre para eso: piques, y no se sancionaban...

En fin, el novio de Tiffany se nos está poniendo hecho un toro porque dice que piensa en el Mundial, en ganarlo, claro, y no han faltado quienes opinan que se está columpiando, y pienso que si no se verbalizan estas cosas antes de que se repartan las cartas no habrá momento para expresarlas. Valtteri está poniendo toda la carne en el asador y eso siempre es bueno. También teníamos nombre para esto: actitud.

Además, por lo leído, Toto está un poco hasta el toto de las tonterías del heptacampeón, y también tenemos que Källenius no es Zetsche, y que el hijo del viento ha dicho que el octavo título no es su prioridad este año sino seguir inspirando a las generaciones futuras y luchando por un mundo mejor, lo que nos pone en que el británico va a estar entretenido de cojones, y en que si Bottas soñaba con una oportunidad por fin la tiene ante sí.

Me gustan Valtteri y los optimistas que vamos por la vida de teloneros de los que se consideran realistas por puritito miedo de mojarse. No sé cómo acabará la cosa, pero si hay un instante adecuado para creer, es éste.

Os leo.