Vivimos tan deprisa que apenas tenemos tiempo para emocionarnos. A golpe de actualidad la vida se nos escapa entre los dedos como si fuese la arena de una playa incapaz de registar nuestro paso porque el viento borra las huellas.
Tic, tac, tac tac, tic... El pasado no vuelve y el futuro parece inaccesible, y el presente es tan volátil que no dura lo suficiente, y en un instante sientes que algo perturba la fuerza cuando la familia de Stirling anuncia que el incansable necesita descanso y cerrará su web para centrarse en vivir apaciblemente con los suyos lo que den de sí sus 88 años casi recién cumplidos.
He escrito poco sobre el de West Kensington, más bien nada, porque para qué abundar, ¿no?
Sobre Moss se ha dicho más de lo que cabría en una enciclopedia y tal vez por respeto —por un respeto mal entendido, la verdad—, le he dejado un poco a desmano, imaginando que el chiquillo rompecoches y revoltoso que encandilaba a sus mayores y a un público británico que por primera tenía un héroe hecho de una pasta especial, iba a seguir estando ahí hasta que a mí (a cualquiera) me diera la real gana. Pero el tiempo manda y es un cronómetro inapelable, y tic tac, tic tac, nos hace viejos a todos. A unos sin que se den cuenta, todavía, y a otros cargándola como las carga el diablo, como las campanas aquellas que Hemingway se preguntaba por quién doblaban...
El caso es que la noticia de su retirada de la vida pública me ha sabido un poco a aviso de puñalada trapera sin saber muy bien por qué o no queriéndolo saber, que a la postre da lo mismo. Hoy, viernes 19 de enero, cuando no lee nadie ni escribe nadie, después de una tarde apacible en compañía de Ernesto, en la que gracias a Dios hemos hablado más de nuestras vidas y nuestros avatares diarios que de Fórmula 1 y en la que los cafés no venían acompañados por galletas con forma de osito, me ha dado por pensar con vosotros en lo fugaz que resulta todo.
Querría equivocarme... ¡qué coño, quiero hacerlo! Ahora que la palabra leyenda se usa como quien estrena zapatillas de felpa nuevas, me apetece recordar que acabamos de perder una que jamás consiguió un Mundial, Dan Gurney, y que el único vínculo que nos queda con aquella época plagada de titanes que recorrían el universo de la Fórmula 1 a golpe de hazaña por prueba y tenían arrestos para participar en otras disciplinas, ha decidido zanjar su vida pública en las redes como quien cierra el último capítulo de un libro: avisando que ochenta y ocho años merecen un silencio y una paz que se han ganado a golpe de volante en pista y saber estar con los aficionados, aunque muchos de ellos no sepan o no recuerden quién es o qué significa el binomio Stirling Moss.
El tipo que siempre estaba ahí. El individuo a quien la diosa Fortuna debe más que a Carlos Sáinz senior, que ya es decir. El único poeta que nos queda vivo de la época de Fangio.
Stirling, a quien dediqué «El último gran héroe», ese piloto legendario que pensaba yo que duraría siempre, que me sobreviviría y al que hoy dedico estas miserables líneas mientras escucho a Aoife ni Fhearraigh entonando The best is yet to come, la canción matriz de Metal Gear Solid, un himno dedicado a todos aquellos que dejamos de lado porque el futuro es una promesa que sabemos que jamás se cumplirá...
Viejo, decansa. Pero que a los dos nos dure mucho, te lo ruego. Lo mejor está por llegar, tú ya me entiendes...
Os leo.
El tipo que siempre estaba ahí. El individuo a quien la diosa Fortuna debe más que a Carlos Sáinz senior, que ya es decir. El único poeta que nos queda vivo de la época de Fangio.
Stirling, a quien dediqué «El último gran héroe», ese piloto legendario que pensaba yo que duraría siempre, que me sobreviviría y al que hoy dedico estas miserables líneas mientras escucho a Aoife ni Fhearraigh entonando The best is yet to come, la canción matriz de Metal Gear Solid, un himno dedicado a todos aquellos que dejamos de lado porque el futuro es una promesa que sabemos que jamás se cumplirá...
Viejo, decansa. Pero que a los dos nos dure mucho, te lo ruego. Lo mejor está por llegar, tú ya me entiendes...
Os leo.
4 comentarios:
Brutal, Jose. Que ese dios que mencionas en la entrada os proteja a Stirling y a ti. He sentido lo mismo que cuentas al conocer la noticia, pero tú eres un bardo y a mí no me salen las palabras, tal vez por eso te leo siempre. Muchas gracias por todo, portugalujo.
¿La camción de Metal Gear Solid?
Muy buen texto. Agradecido.
Cuando te pones reflexivo se me eriza la piel. Gracias
Buenos días ;)
Anónimo ;) Gracias por tus palabras. Será que vivo rodeado de ancianos y sé lo que significa que quieran estar tranquilos... Pero espero equivocarme, de verdad.
Anónimo ;) Sí, lo puse en el texto anoche, es la canción de MGS, una de las más hermosas, la verdad
Enrique ;) Gracias a vosotros, esto no sería lo mismo sin poder leeros, ya me entiendes...
Un abrazote
Jose
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