jueves, 27 de octubre de 2016

Sargento Gos, esta salva va por ti


Me enternece encontrarme con gente que apenas me conoce de nada, pero se siente arrogante para decirme que le gusto cuando escribo de Fórmula 1 pero cuando hablo de mí, doy pena.

Mirad, siempre escribo sobre mí, éste es mi territorio y en él cazo o pesco cuando me da la gana, como me da la gana, vestido o en pelota picada. Cuando llevas un blog, tarde o temprano acabas eligiendo si lo conviertes en un diario o en un púlpito, y, afortunadamente, elegí temprano y bien, tanto que no me hace falta ir a los cementerios porque de mis muertos me despedí aquí, y aquí quiero decir adiós a un colega de cuatro patas, Gos, el chuchillo que murió asfixiado anoche en el incendio que asoló la casa de mis consuegros.

Por fortuna todos están bien si estar bien resulta apropiado para definir a una familia que ha perdido a uno de sus miembros. Y es que os cuento, conforme pasa el tiempo me voy haciendo más y más arisco con los humanos y reacio a sus idioteces, y más afín a eso que denominamos mascotas.

Tenemos en casa seis gatos de cuatro camadas diferentes. Hilargi, blanca como la nieve y bella como una princesa de cuento, llegó de la mano de mi hijo poco después de que sintiera en mis propias manos cómo el alma de la vieja Sihaya nos abandonaba a ella y a mí, cuando la inyección que acababa con sus sufrimientos tras casi veinte años de incondicional y leal servicio, terminaba también con mi inocencia un día después de mi cumpleaños, fecha que llevo grabado a fuego todavía.

Bagheera nos encontró maullando, cuando cachorro de mes y medio, pedía socorro desde el interior del capot motor de un Citroen Xara en el puente colgante de Portugalete. Es portugalujo como yo, seguramente del barrio de Repélega. Rey de la manada, jefe de la tribu, lleva mal que le disputen el trono los gañanes que vinieron después. Nuestro saludo es un golpe frente con frente: ¡Cómo lo llevas, Baghy. Qué tal, boss! Todos los días, a todas horas, en cuanto me tiene a tiro. También me llevo alguna tarascada de tanto en tanto, pero a él se lo permito. Cuando Cata no duerme conmigo porque anda cuidando a su madre, Bagheera sueña a mi lado con gatas guapas o quién sabe qué aventuras, reposando su cabeza en mi hombro...

Lisa y Guillermo son la calle misma. Abandonados por su madre en la cervecera de Gorliz con apenas dos meses de vida, los subieron Jone y Josu. Primero por un par de semanas, luego un mes, ya sabéis cómo van estas cosas... Hoy no me separa de ellos nadie, aunque cuando hago marmitako vigilo siempre que no se lleven el bonito. Que pueden.

Lisa (Laisa, como la mediana de los Simpson), es bonita como para soñar. Atigresada, casi simétrica y perfecta, a veces nos miramos a los ojos hasta cansarnos. Le gusta que le rasque la tripa. No ha llegado el momento en que golpeemos nuestras cabezas como hago con Bagheera, pero todo se andará. Cuando leo, se roza contra las páginas del libro, haciéndose la importante, o la loca. No sabe nada...

Guille es tontorrón como todos los machos. Negro, buenazo y torpe como él sólo. Ha heredado su nombre del primer colega que enterré con mis manos a los pies de la higuera de Ormaza, compañero por el que lloré lo que no está escrito. A veces maúlla en mitad de la noche, sospecho que llamando a su madre. Y te levantas y le pillas en el pasillo o la cocina, y te arrodillas y le dices: ¿qué andas, pieza? Y deja que le cojas en brazos y lo lleves a lugar seguro, a tus pies en la cama, mayormente.

Llevo rato escribiendo sobre personalidades diferentes y pequeñas que vale cada una de ellas como un universo, y aún no he terminado. Me queda Marney, la perrilla que casi es más Nürbu que vosotros o yo, porque no había entrada que no se pusiera a mis pies, velando porque mis dedos volaran sobre el teclado. Vino refugiada, como todos, y nos acabó regalando 14 años. O Roque, nuestro lorito exiliado. O Pompón y Luisita, las gatitas que todavía no han cumplido uno y son los juguetes de Nire (Eileentxu) porque no son capaces de distinguirse como felinos ante una perruca que tampoco entiende mucho de perros y gatos, ya que convive desde que nació donde dicen que no hay convivencia posible.

Chicho y esa hada que quiso atrapar desde la ventana de un piso alto. Hilargi caderas flojas, la vitoriana de ascendencia andaluza, y Zurita, mis compañeras de verano... Y Gos, el sargento aullador agudo Gos, que me cuentan: salió a la terraza para ladrar al incendio, y se metió luego en casa a la espera de un séptimo de caballería que no supo llegar a tiempo.

Los llamamos mascotas pero son algo más, mucho más...

Donde quiera que estés, Gos, todo esto va por ti. También por Jone, Leire y Josu, y esa su mirada que casi me fulmina porque he derramado una lágrima al mentarte. Te extrañaré, compañero. Añoraré las bromas que hacían contigo Leire o Gonzalo, tu infinita pacienca, tus lamentos mohicanos, cómo bebías el agua de Eileentxu cuando pasabas por el estudio, cómo te quedabas quieto y mirando lejos cuando te acariciábamos el lomo. No todos los animales domésticos tienen un bardo que les componga estrofas y las cante, pero tú y yo hemos tenido suerte: me tienes a mí, te tengo ti, y ahora acaricio tu recuerdo para que sigas mirando lejos. Te echaré de menos.

Os leo.

2 comentarios:

Nacho Lascaray dijo...

Una vida vivida con animales es mucho mejor y te enseña mucho , tienes que haber disfrutado y seguir disfrutando un montón con ellos , enhorabuena (yo también tengo la suerte de hacerlo con mis Pippa y Lula) , un placer leerte

Jors dijo...

Rescaté a Kimi de la calle con apenas mes de vida. Lo alimentamos como a los bebés a base de biberones. Ya va para 6 años. Está hecho un toro. Muy cariñoso y juguetón para ser un gato.

Yo que siempre me había considerado más de perros que de gatos...

Los que hemos crecido con animales entendemos eso de uno más en la familia. Algo que desde fuera puede ser considerado como extraño.
Mi infancia la viví junto a Jack y parte de mi juventud con mi siempre fiel King. Los añoro como se añora a un familiar o un buen amigo. Es curioso...

Un abrazote José. Te leo.