Me molestan las afirmaciones torticeras. No sé cuándo publicaré esta entrada (hay que cenar), pero he comenzado a escribirla en cuanto he silenciado la retransmisión de Movistar F1, concretamente, tras escuchar que Sebastian Vettel había manifestado que se trabaja mejor en Ferrari ahora que cuando él llego.
Puesto que sabemos quién estaba en Maranello inmediatamente antes de que el de Heppenheim aterrizara en la rossa, voy a ahorrar algunos atajos a quienes me buscan las vueltas, para decir que este nivel de soplapollismo es difícil de superar; que lo que voy a decir no tiene nada que ver con quien desgraciadamente abandonó La Scuderia porque se había cansado de no poder optar a nada mejor que un segundo puesto; ni mucho menos, con esa sustantivación del trabajo como sinónimo de éxito, ante la cual, los mediterráneos e hispanos somos tan dados a bajarnos los pantalones.
Voy a apoyar a Sebastian de aquí a que termine el campeonato, pero ruego al Altísimo que no tense la cuerda ni ponga a prueba mi paciencia. Michael Schumacher sólo ha habido uno y la excelencia se demuestra peleando sobre el asfalto, pero la Fórmula 1 es la prueba del algodón definitiva, y si las cosas están igual o peor que antes de que él llegara, por mucho que insista, no se está trabajando mejor.
Dicho lo cual, a pesar de que no tenía previsto escribir, voy a echar el ratito hablando de un tipo que se lo curra de verdad, que cuando ha recibido órdenes las ha obedecido y cuando ha disfrutado de oportunidades, las ha aprovechado. Es el hijo del gran Keke Rosberg, Nico.
Curiosamente es alemán como Vettel. Nació en Wiesbaden pero ha preferido como residencia un lugar bañado por las olas y luces del Mediterráneo. No sé si tiene mucho que ver o poco —la verdad es que me importa un comino—, pero el Rosberg que vemos a través de sus redes sociales y entrevistas, enfatiza lo humano, la vivencia cotidana y lo normal, para que nos entendamos. No tiende a la pose, y eso es lo que más me encadila de él.
Curiosamente es alemán como Vettel. Nació en Wiesbaden pero ha preferido como residencia un lugar bañado por las olas y luces del Mediterráneo. No sé si tiene mucho que ver o poco —la verdad es que me importa un comino—, pero el Rosberg que vemos a través de sus redes sociales y entrevistas, enfatiza lo humano, la vivencia cotidana y lo normal, para que nos entendamos. No tiende a la pose, y eso es lo que más me encadila de él.
Pero le llaman Britney cuando a Hamilton le vendría que ni pintado que le sobrenombraran como Juana la Loca, y a Vettel, no sé, quizás María Sarmiento.
Vivimos tiempos difíciles, para todo. Hoy es más importante el valor de un nick en una red social que se puede ir a la mierda como se ha ido Vine, que ese tilín opaco que a pesar de las apariencias, te dice que lo que estás mirando a la cara es más parecido a ti de lo que imaginabas.
Sea como fuere, Nico Rosberg se enfrenta este fin de semana al primer match-ball de los tres que tiene por delante, y espero, y deseo, que la diosa Fortuna le pague generosamente en México todo el esfuerzo que hay detrás de su posible primer título mundial.
Lo merece él, y lo merecemos también los que sufrimos diariamente la apisonadora de los fuertes, la que nos dice que sólo hay un mundo posible. Que está al norte, que enciende primero las luces del garaje y las apaga el último o intenta hacer sonar una trompeta. Que para gustarle a Bernie es necesario saber dar carnaza a la prensa, no ser un portento y merecerlo sobre la pista.
Lo merece él, y lo merecemos también los que sufrimos diariamente la apisonadora de los fuertes, la que nos dice que sólo hay un mundo posible. Que está al norte, que enciende primero las luces del garaje y las apaga el último o intenta hacer sonar una trompeta. Que para gustarle a Bernie es necesario saber dar carnaza a la prensa, no ser un portento y merecerlo sobre la pista.
Os leo.
3 comentarios:
Es cierto que lo merecemos.
Estoy hasta el moño de los que viven montados en la apisonadora y se creen mejores porque tuvieron ese momento afortunado que les permitió llegar a esa posición. Que se piensan que merecen más que los demás solo por ser quienes son, por dónde nacieron o a quién le cayeron en gracia. Más que un Albacete que vende su camión, más que un Antonio García en las 24h...
A ver si por una vez la apisonadora muerde el polvo.
Porque los fuertes somos nosotros, los que nadie recoge cuando besamos la lona, los que seguimos luchando por cada palmo de terreno...
Es cierto que lo merecemos
Un saludo
Sr.Polyphenol
Joder con la Britney, está apretando de lo lindo este año. Creo merece el título, pero con Juana la Loca herida y Daniel y Max de jueces cualquier cosa puede pasar.
La nena llorona se llevó ayer un buena respuesta de Alo. Le llamo idiota, tal y como llama al resto de pilotos, y Alo le contestó que entendía el nivel de fustración de Ferrari y de la nena llorona.
Este año le toca a Ros, y lo sabes que diria Julio.
Saludos
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